A propósito de Aliocha Coll

Foto. Gerard Uferas

La agente literaria Carmen Balcells recupera la obra del autor marginal Aliocha Coll, al depositar su legado en la ‘Caja de las letras’

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Ayer fue el primer día de la nueva era Aliocha Coll, en la que asistiremos a recuperaciones que, hasta el momento, sólo se atrevieron a hacer la editorial Alfaguara, en tiempos de Jaime Salinas, a principio de los ochenta, con la novela Vitam Venturi Saeculi; y Destino, con El hilo de la seda y Atila, a principio de los noventa. Javier Marías estaba en el equipo de lectores de Salinas, junto con Juan Benet y Juan García Hortelano, y recuerda que Alfaguara tardó varios años en decidirse.

«Yo le preguntaba por qué no probaba a hacer algo menos vanguardista. Realmente tenía mucho talento literario y podría haber hecho cualquier cosa. Hay que reconocer que sus textos eran muy herméticos. Era difícil que un editor asumiera el riesgo de publicar algo que no comprendería el lector más convencional», afirma Javier Marías a este periódico.

«El año que viene habrá muchos más originales de los que hay hoy», avisa Balcells, que tiene de su lado a los herederos de Aliocha Coll para recuperar incluso el inédito ensayo sobre el dolor, que trabajó en sus últimos años. «Me interesa mucho ese ensayo porque cuando hablábamos me decía que estaba experimentando con su propio cuerpo. Dejaba de tomar la medicación», explica Marías.

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Sin embargo, a pesar de que haya puesto todas las esperanzas en el nuevo lector, el propio Marías se muestra más cauto: «El público de ahora es todavía más difícil que el de entonces, porque es más convencional, más acomodaticio y menos dispuesto a tomarse el esfuerzo de una narrativa experimental. Tendrá los mismos lectores que hoy tiene la poesía». Si con este movimiento Balcellsconsigue colocar a Coll entre las novedades, será el broche para una carrera infalible.

PEIO H. RIAÑO

Aliocha Coll: Una vena hermética y difícil

«En la literatura todavía no ha llegado Mondrian», solía decir probablemente el escritor más experimental que apenas conoce el lector español. «Tenía un parecido razonable al actor Arnold Schwarzenegger, sólo su rostro», comenta Javier Marías. Le recuerda de joven siempre con corbata, serio y amable. Al parecer, su aspecto no dejaba ver su rebeldía literaria. Balcells va más allá: «Es un precursor de Joyce. Fue un muchacho superdotado que empezó a escribir cuentos a los 7 años». Aliocha Coll, una de las primeras víctimas de la depauperación del gusto y de las lecturas literarias que chocaron contra las cifras de ventas, la popularidad y la productividad. A los veintipocos llegó a París a buscarse la vida como escritor, junto con su mujer, Lysiane Luong, pintora francesa de origen chino, pero no lo logró y tuvo que recuperar sus estudios de Medicina. Tampoco fueron suficientes.

Público, 22 de marzo de 2011

Carmen Balcells resucita al autor maldito Aliocha Coll

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«Los amores no cuentan, pero se puede morir de amor», dijo Carmen Balcells antes de hablar de Coll, de su vida, del misterio feraz de su literatura. Sus amigos de entonces, según recoge Javier Marías, que lo conoció y lo distinguió con un afecto literario y personal mutuo, decían que antes de quitarse la vida «se hallaba eufórico, pese a que su situación personal no era fácil en los últimos años, circundado por la enfermedad, las de sus parientes y la de alguien muy próximo». Murió y entró en la nebulosa de la mitología de aquellos autores que necesitaban (y necesitan), dijo la Balcells, del impulso que tuvo alguien como James Joyce, cuya literatura extraña solo se abrió paso gracias a la generosidad de los lectores.

A ellos apeló ahora su agente. Su testamento literario se conocerá en 12 meses. Mientras tanto ella ha dejado flotando, otra vez, la presencia extraña de este autor extraordinario (en el sentido literal de la palabra) que, como recuerda Marías, fue un gran traductor de Marlowe y viajaba en avión leyendo a Ovidio en latín. Ahora Carmen Balcells ha hecho, en el subsuelo del Cervantes, el milagro de ponerlo otra vez en el mapa de los escritores raros.

JUAN CRUZ

El País, 22 de marzo de 2011

La muerte de Aliocha Coll

Todavía parte de este mundo