Los enamoramientos, la nueva novela de Javier Marías

El próximo 6 de abril saldrá a venta la nueva novela de Javier Marías, titulada Los enamoramientos. Saldrá a la venta cuando se cumplen 40 años de la publicación de su primera obra, Los dominios del lobo, que lanzó con tan sólo 19 años y que Alfaguara también recupera ahora en una nueva edición.

Según explica Javier Marías, Los enamoramientos «se trata de una historia sencilla y de una novela bastante menos sencilla, por no decir compleja, aunque mucho menos que Tu rostro mañana. Como el título indica, habla del estado de enamoramiento, considerado casi universalmente como algo positivo e incluso ‘redentor’ a veces, tanto que ese estado parece justificar casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también los mayores desmanes y ruindades».

Además Marías precisa que en Los enamoramientos también se habla sobre «la impunidad, y sobre la horrible fuerza de los hechos; y sobre la inconveniencia de que los muertos puedan volver».

Los enamoramientos es la primera novela de Javier Marías después de Tu rostro mañana, considerada por gran parte de la crítica nacional e internacional como la obra cumbre de su carrera literaria.

«Al terminar las 1.600 páginas de Tu rostro mañana, dudé seriamente que volviera a escribir otra novela. Así que esta la empecé con mucha modestia y con cierta desconfianza, por no decir escepticismo. ¿Tengo algo más que añadir , en el campo de la novela?, me preguntaba. Luego, poco a poco, descubre uno que sí, que siempre hay asuntos que uno nunca ha tratado, historias nuevas que se han ido condensando en su imaginación y que cristalizan en la escritura. ‘Quizá no me había agotado del todo’, pienso con esperanza», explica el autor.

Javier Marías (Madrid, 1951) es autor de Los dominios del lobo, Travesía del horizonte, El monarca del tiempo, El siglo, El hombre sentimental (Premio Ennio Flaiano), Todas las almas (Premio Ciudad de Barcelona), Corazón tan blanco (Premio de la Crítica, Prix lOeil et la Lettre, IMPAC Dublin Literary Award), Mañana en la batalla piensa en mí (Premio Fastenrath, Premio Rómulo Gallegos, Prix Femina Étranger, Premio Mondello Città di Palermo), Negra espalda del tiempo, Tu rostro mañana, Fiebre y lanza (Premio Salambó), Baile y sueño, Veneno y sombra y adiós.

Fue profesor en la Universidad de Oxford, y en la Complutense de Madrid. Sus obras se han publicado en cuarenta lenguas y en cincuenta países, con seis millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Es miembro de la Real Academia Española.

Europa Press, 11 de febrero de 2011

Foto. Cristóbal Manuel

Viaje a los bajos fondos del amor

Javier Marías tiene sobre la mesa las pruebas de imprenta de Los enamoramientos, su nueva novela. Alfaguara la publica el 6 de abril pero él sigue retocándola. Dice que le cuesta hacerse a la idea de que está terminada. Por un tiempo, le costó incluso pensar que el libro pudiera existir. La aparición en 2007 de la tercera y última entrega de Tu rostro mañana -1.600 páginas, ocho años de obsesión y trabajo- le dejó agotado. «En todos los sentidos», matiza. «Pensaba que no tenía nada más que decir en el campo de la novela. No era pose, tenía dudas sinceras. Luego uno descubre que hay historias que van fraguando en la imaginación y que cristalizan a medida que se van escribiendo».

En su caso, cristalizan en una máquina de escribir eléctrica que le convierte en una rara avis en la era de la informática. El propio Marías se ríe de sí mismo cuando la narradora de Los enamoramientos, que trabaja en una editorial, despotrica contra las manías de los escritores y contra algún «pirado» que sigue escribiendo a máquina. Según el escritor madrileño, adoptar el punto de vista de una mujer no ha sido reto alguno: «Las mujeres y los hombres somos diferentes en muchas cosas, pero no en la forma de pensar, observar y contar. Y eso es lo que hace un narrador. Las mujeres son tan distintas entre sí como los hombres. No fue un desafío. Uno lleva toda la vida observando, y teniendo novias y amigas».

Los enamoramientos arranca con María, la narradora, fascinada por una pareja que transpira felicidad y a la que contempla cada mañana en la cafetería a la que acuden a desayunar. Un día, se anuncia en la primera línea del libro, desaparecen. Con el tiempo, María sabrá que el hombre ha sido asesinado a navajazos por un indigente.

Pese a sus 400 páginas, dice Javier Marías que su nueva novela es muy concentrada -«pocos personajes, pocos hechos»-, una historia contemporánea que se desarrolla en Madrid. «Esta vez no hay nada de inglés ni nada que suceda en Inglaterra», subraya aludiendo con una sonrisa a su fama de anglófilo y a una de las constantes de su obra.

Otra de esas constantes es la dialéctica entre lo que se dice y lo que se calla, un juego en el que la gente no siempre es lo que parece. Todo eso está presente en Los enamoramientos, que reflexiona también sobre el sentimiento de impunidad. Con los políticos dando ejemplo, es algo que se ha instalado en la sociedad actual: «Son más los crímenes desconocidos que los registrados e infinitamente mayores los que han quedado impunes que los castigados».

Con idéntica contundencia, Marías bucea en el estado al que alude al título: «El enamoramiento es algo que normalmente se juzga deseable y positivo, redentor incluso. Y es así. Permite hacer cosas nobles, desinteresadas y de enorme generosidad y sacrificio. Lo que no se tiene muy presente es que también permite las mayores ruindades. Por su estado de enamoramiento una persona generosa puede ser mezquina y alguien normal puede convertirse en un criminal. El amor parece justificarlo todo, lo bueno y lo malo. Es algo que ennoblece, pero se olvida que también envilece».

Pese a proponer un viaje lúcido y crudo a los bajos fondos de los sentimientos, el autor de Corazón tan blanco dice que su nuevo libro es pesimista «y un poco sombrío», pero no sórdido. «Uno se engaña menos en las novelas que en un artículo o en la vida real», explica. «En las novelas es donde uno expone las cosas como realmente las ve». Lo cual no le lleva a aplicar esa lucidez radical a su propia vida: «Hay amigos que me han dicho: ‘Habiendo en tus novelas tanta fineza para percibir ciertas cosas, ¿cómo es que en la vida real no te enteres de la misa la media?’. Yo respondo: ‘Por fortuna’. Que tenga una cierta visión no me lleva a aplicármelo a mi vida cotidiana. Sería calamitoso».

Esa visión es la que le lleva a señalar que a veces los enamoramientos son una rueda de sustituciones: «Nos cuesta admitirlo porque pensamos que la última historia es la de verdad y porque nosotros mismos también somos sustitutos de alguien». Y otra vuelta de tuerca: el inconveniente de que volvieran los muertos si pudieran: «Incluso aquellos que más hemos querido y a los que más hemos llorado, aquellos cuya desaparición destroza la vida». Con el tiempo, afirma, su hipotético regreso sería una catástrofe: «La reaparición de alguien cuya desaparición fue motivo de desolación podría, a su vez, ser motivo de desolación, por paradójico que parezca. Basta con pensar en un padre o una madre, que son muy llorados. Al cabo de unos años, suponiendo que pudieran volver, dices: un momento, ¿y qué hacemos con la herencia?». Para Marías, ese es el tipo de dilemas que, apurando la crueldad, las novelas pueden todavía plantearse. ¿Por qué? «Porque son un territorio en el que uno está semi a salvo, un territorio de ficción».

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

El joven ya es viejo lobo

Javier Marías (Madrid, 1951) fue durante años «el joven Marías». El adjetivo se lo añadió su amigo Juan Benet porque había un Marías viejo -su padre, Julián, el filósofo- y porque a los 17 años empezó a escribir una novela que publicó con 19. Fue en la primavera de 1971, hace ahora 40 años. Coincidiendo con la aparición de Los enamoramientos, Alfaguara recuperará aquel libro inaugural: Los dominios del lobo. «Está escrito con la absoluta irresponsabilidad del que no piensa siquiera en publicarlo», dice su autor.

Con 13 novelas en 40 años -si contamos por separado las tres partes de Tu rostro mañana-, Marías no se siente un escritor profesional: «Todavía lo considero un divertimento, algo que puede darse o no. Cuando termino un libro no sé si habrá otro. Y me alegra que sea así, porque en esta tarea siempre tiene que haber algo de azaroso y desinteresado». Desinteresado no es, sin embargo, lo mismo que gratuito, por eso al escritor -cuya nueva novela se publicará simultáneamente en papel y en formato digital- le sorprende que algunos consideren los derechos de autor un privilegio. «Fueron una conquista para evitar que mecenas y editores explotasen a los escritores», explica. «Decir que la propiedad intelectual nos convierte en privilegiados es como decir que los albañiles lo son por trabajar ocho horas en lugar de 14».

Miembro de la Real Academia Española desde 2006, Marías dice que su balance de estas cuatro décadas es «positivo»: «He tenido mucha suerte. La literatura me ha permitido una independencia considerable. Cuando me preguntan por qué escribo digo que para no tener jefe y no madrugar. También porque me permite no deberle casi nada a casi nadie y no saludar a quien no deseo. ¿Lo malo? Darte cuenta de que, por mucho oficio que tengas, cuando empiezas una nueva novela no te sirve para nada. Me cuesta más escribir un libro ahora que hace 40 años».

El País, 11 de febrero de 2011

Foto. Kiko Huesca/EFE

Javier Marías reflexiona sobre Los enamoramientos en su nueva novela

Estar enamorado suele ser algo «deseable, salvífico y redentor», pero «puede llevar a las cosas más atroces». Así lo cree Javier Marías, que reflexiona sobre este tema en su nueva novela, Los enamoramientos, una obra «un poco sombría» protagonizada por una mujer, algo excepcional en este gran escritor.
 
No le ha costado meterse en la piel de una mujer (sólo lo había hecho en un breve cuento de hace muchos años) porque «las diferencias entre hombres y mujeres no son demasiadas en lo que respecta a la manera de pensar, de contar, de reflexionar y de mirar», asegura Marías en una entrevista con EFE.

En su casa de Madrid, donde corrige estos días las pruebas del libro, el escritor adelanta las claves de esta novela que Alfaguara publicará el 6 de abril y cuyas primeras 50 páginas han sido facilitadas a EFE. Los deseos de seguir leyendo son incontenibles.

Marías confiesa que tras terminar Tu rostro mañana, esa gran empresa literaria a la que dedicó ocho años, quedó «agotado» y tuvo «la sensación» de que en esos tres volúmenes «estaba todo lo que tenía que decir en el campo de la novela». «Me parecía improbable que pudiera escribir alguna otra», apunta.

Pero no fue así. Poco a poco se fue fraguando en su imaginación una nueva historia que ha desarrollado en las 400 páginas de Los enamoramientos, un libro ambientado en Madrid que empezó «con mucha modestia y con la sensación de que fácilmente tendría que ser inferior a lo anterior», aunque «no en calidad, porque eso nunca se sabe».

«A veces lo que sale mejor es aquello en lo que uno no ha puesto tanto empeño ni tanta ambición literaria, pero los resultados no soy yo quién para enjuiciarlos», afirma este escritor cuyas novelas son esperadas con expectación por los innumerables lectores que tiene en el mundo. Su obra está publicada en cincuenta países y ha vendido seis millones de ejemplares.

Las diferentes implicaciones del enamoramiento -«cabe la posibilidad incluso de que alguien normal se convierta en criminal por estar enamorado»- son uno de los temas de la nueva novela, pero también reflexiona en ella «sobre la impunidad y sobre cómo en el fondo casi todo el mundo está conforme con lo que pasa, aunque sea una desgracia».

Hay dilemas morales en este libro, en el que se habla además de «la calamidad que sería que los muertos volviesen, tanto para el ‘muerto vivo’ como para aquellos que lloraron su pérdida», un curioso tema del que en su nuevo libro pone ejemplos sacados de la literatura clásica.

Los comienzos de las novelas de Marías suelen ser magistrales y el de Los enamoramientos no defraudará al lector:

«La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida y jamás había cruzado con él una palabra. Ni siquiera sabía su nombre, lo supe sólo cuando ya era tarde, cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto».

Tras esa muerte del comienzo, «que no se pierde nunca de vista» en la novela, el lector se irá enterando de que la protagonista, María Dolz, trabaja en una editorial y quizá por eso no tiene muy buena opinión de los escritores.

Son «gorrones, tacaños y sin orgullo». «Son gente rara, la mayoría. Se levantan de la misma forma que se acostaron, pensando en sus cosas imaginarias», dice la narradora de la novela, en la que el escritor bromea con sus propias costumbres y afirma que «todavía hay algún pirado» que sigue utilizando la máquina de escribir «y al que después hay que escanearle los textos, cuando los entrega».

El diálogo genial que la protagonista mantiene con un escritor que está convencido de que en cualquier momento puede ganar el Nobel, pese a que nadie lo había pedido para él, y que pretende que la editorial le compre dos gramos de cocaína para poder describir su aspecto con exactitud, constituye una de las escenas humorísticas de la novela.

Pero, en general, «es un libro un poco pesimista, un poco sombrío», con una historia en apariencia «sencilla» aunque la novela «es compleja porque tiene muchas resonancias, muchas aristas».

Y, «cosa extraña» en Marías, en el libro habrá una referencia a Los tres mosqueteros. ¿El motivo? Pues que en esta obra de Dumas «también hay una muerta que vuelve, un ejemplo de los muertos que quizá no han muerto».

ANA MENDOZA

EFE, 11 de febrero de 2011

Marías: «Llevo 40 años como novelista y sigo con la inseguridad del principio»

Javier Marías lleva ya cuarenta años publicando novelas y sabe que tiene «muchos más lectores de los que nunca jamás» pudo imaginar. Pero, en contra de lo que sucede en otras profesiones, la experiencia no le da «ninguna seguridad» y sigue «con las mismas dudas, con los mismos temores» del principio.

«Por más oficio que tenga me sigo moviendo en la misma inseguridad, y a estas alturas sé que eso no va a cambiar. Es un poco ingrato», confiesa Marías (Madrid, 1951) en la entrevista que concede a EFE para adelantar las claves de su nueva novela, Los enamoramientos, que llegará a las librerías el 6 de abril.

En 2011, Alfaguara, su casa editorial desde hace años, reedita la primera novela del escritor, Los dominios del lobo, que publicó con tan solo 19 años. «Es muy pronto y quizá hoy en día lo parece todavía más porque la gente se infantiliza durante más tiempo. Pero en mi generación a esas edades ya teníamos cierta prisa de incorporarnos al mundo».

Cuando salga su nueva novela, en la que, entre otros temas, reflexiona sobre el enamoramiento, ese estado en el que «se pueden hacer las mejores cosas y las peores», será la decimotercera que publique, si se cuenta Tu rostro mañana como tres independientes; y es que para él, afrontar cada uno de esos libros fue «como empezar una novela nueva».

«Eso significaría que, como media, he publicado una novela cada tres años, lo cual no es mucho. Me lo he tomado con cierta calma, quizá porque nunca me he sentido del todo profesional en esta tarea», dice Marías, sin duda uno de los mejores escritores en lengua española de las últimas décadas.

A pesar de esas dudas que reaparecen cada vez que se enfrenta a una nueva novela y de que para escribirlas pasa «mucho tiempo metido en ciertas honduras que la gente normalmente rehúye», Marías es consciente de que ha tenido «mucha suerte con los lectores» (su obra está publicada en 50 países) y eso «es muy gratificante».

También, vivir de la literatura y «poder decir no a muchas cosas» es «un enorme privilegio». Dedicarse a escribir le permite «no deberle casi nada a casi nadie» y «no tener que saludar» a quienes no desea saludar.

«Yo, con los políticos, por ejemplo, me he negado a tener trato siempre. Si alguna vez me ha llamado algún ministro o ministra de Cultura para charlar un poco, les digo que no, que ya nos veremos cuando dejen de ser ministros», asegura Marías que de este modo se siente libre para decir lo que quiera en sus artículos semanales.

«Los políticos en realidad te llaman no porque les interese lo que tú opines, sino simplemente porque saben que luego te va a ser más difícil meterte con la gestión de alguien», concluye.

ADN, 11 de febrero de 2011

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