Corazón tan blanco

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Fue en una entrevista realizada por Lola Mariné, en su blog Gatos por los tejados, al periodista Óscar López, un año después de estrenado su programa de libros Página 2. Lola incluyó en la parte final un cuestionario a imitación del que utiliza Óscar en su espacio. ¿Tu primera vez? Shadow el perro pastor, de Enid Blyton. ¿Dónde y cuándo? Leo mucho por trabajo, por tanto a cualquier hora del día y en cualquier lugar. ¿Hay que probar…? Corazón tan blanco de Javier Marías.

Ahí estaba, Corazón tan blanco. Llevaba no sé cuánto tiempo entre mi batería de libros disponibles e incluso apetecibles, pero la verdad es que después de varios años siempre había encontrado motivo para abrir otro. A veces necesitas que te empujen a ello. A veces una recomendación es un tesoro, pero nunca un cofre del que se salen las monedas de oro sino más bien el mapa que conduce hasta él porque nos anima a emprender un viaje –el de la librería, la biblioteca, el estudio de un familiar- y a seguir la ruta con un punto extra de atención y de entusiasmo.

Si dentro de cien años esta novela de Javier Marías no figura entre las lecturas imprescindibles de la población, si no ocupa entonces un lugar destacado entre las listas de mejores libros del último siglo, si no abundan las ediciones y reediciones en formatos diversos, con o sin ilustraciones, prólogos de estudiosos y entusiastas, si no es libro preferido de muchos lectores del siglo XXII tanto en España como en Tailandia o en Perú, entonces será porque no hemos mejorado nada, porque nos sigue gobernando un presidente sin vocación, porque un descomunal incendio ha arrasado todos los ejemplares y manuscritos habidos en el mundo entero, porque las editoriales han renunciado a todo aroma literario en favor del tufo de las cifras, porque ha surgido una cantidad ingente de escritores excepcionales que hagan palidecer el legado de los anteriores, cosa que dudamos mucho porque se agotaría la excepción y el ser humano no es tan avanzado.

Corazón tan blanco toca varios palos de la novela, pertenece a varios subgéneros conocidos, y ya desde el principio amaga con el policiaco sin llegar nunca a sumergirse del todo en él pero sin renunciar en ningún momento a su proximidad. Tiene igualmente mucho de humorístico, hasta los pasajes más amargos guardan un tono ambiguo que te hace dudar de su objetivo, pero especialmente cómico resulta el episodio en que narra las peripecias del ponente australiano Flaxman, que en una reunión de la Commonwealth, donde todos los convocados hablaban inglés, se indignó al descubrir que ninguno de sus colegas se servía de los auriculares para seguir su discurso y que las cabinas de traducción simultánea estaban vacías, por lo que empezó a exagerar una jerga suburbial de Melbourne o por ahí que hizo fruncir el ceño de los asamblearios y los obligó, de modo instintivo, a llevarse a los oídos los auriculares por los que no salía ningún sonido; la organización improvisó un traductor australiano para no desairar al ponente y así buena parte de los oyentes utilizó el mecanismo pensado para reuniones en distintas lenguas, con lo que el tal Flaxman, satisfecho con la solución, fue relajando su acento hasta volver a un inglés más asequible: “se produjo así, como culminación de la fiebre traductora que recorre y domina los foros internacionales, una traducción del inglés al inglés, al parecer no demasiado exacta…” Y también mucho de social y realista, como cuando explica que al casarse y empezar a ver a su pareja a diario y en todas las situaciones, pierde las “pequeñas incógnitas” que hasta entonces llenaron sus días.

Novela compendio, da la impresión de que todo lo narrado a lo largo de cuatrocientas páginas sólo sirviera para crear un núcleo final al que convergen multitud de elementos dispares que dan sentido a la obra. Pero mientras los narraba individualmente tenían ya sentido propio, con suficiente entidad para a arrastrarnos a una lectura independiente, permitiéndonos descubrir, sólo a pequeñas dosis, de qué manera unos se van enlazando con los otros. Corazón tan blanco nos ofrece tal cantidad de recovecos, que un comentarista arrojado y paciente podría dedicar cientos de páginas a su exploración e interpretación sin agotar sus posibilidades. Pero no era ésta la intención, sino agradecer la recomendación de Óscar –ese mapa que conduce al verdadero tesoro– brindada desinteresadamente en la entrevista de Lola.

ALAN FERREIRO

Periodista digital, 25 de junio de 2010