Tertulia literaria en Sigüenza

El viernes 1 de junio, a partir de las 20.00 horas, en el Parador Nacional de Sigüenza, Javier Marías será el autor invitado en una nueva cita de las Noches Literarias. Hablará con los asistentes de su obra y firmará ejemplares de la misma.
Tras la sesión, a las 21.30 horas, se celebrará una cena en los salones del Parador.

Reserva

El escritor Javier Marías protagonizará la ‘Noche literaria’ de Sigüenza
La Comarca de Puertollano, 30 de mayo de 2018

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LA ZONA FANTASMA. 27 de mayo de 2018. ‘Extraña aversión o fobia’

Uno de los mayores signos de civilización es, para mí, la capacidad de pedir disculpas y la disposición a hacerlo, y por consiguiente veo a la actual España como uno de los países más incivilizados que yo conozca. Da la impresión de que disculparse, rectificar, retractarse, reconocer una equivocación o un comportamiento inadecuado (no digamos arrepentirse), se hayan convertido aquí en baldones insoportables que menoscaban la virilidad de los hombres y la dignidad de las mujeres. Las únicas disculpas que se oyen, desde hace ya muchos años, son genéricas y forzadas por un clamor, nunca espontáneas o motu proprio. Cuando un político o un personaje público suelta unas declaraciones o unos tuits improcedentes, y mucha gente se enfurece por ellos, sólo entonces el metepatas dice algo como esto: “Mis palabras eran una broma, o fueron pronunciadas en un ambiente distendido y jocoso, o se me calentó la boca y no supe refrenarme. Pido perdón a cualquiera que se haya sentido ofendido por ellas”. Es decir, se presentan excusas más o menos universales, y por lo tanto impersonales: “A cualquiera que…” Y únicamente porque el ofensor está a punto de ser defenestrado por la indignación que ha levantado.

En este país se dicen muchas cosas, sin cesar; la población es lenguaraz y precipitada. Se lanzan acusaciones, se insulta, se hacen predicciones sobre la conducta de otros, se vaticina lo que alguien va a decir o hacer. A menudo se comprueba que las acusaciones eran infundadas, los insultos injustos y sin base, las predicciones y los vaticinios errados. Se llama “fascista”, “franquista”, “machista”, “misógino”, a cualquiera, simplemente porque esa persona no da a los injuriadores la razón en todo, los critica o les opone argumentos. Los argumentos nunca son contestados, se replica a ellos con el denuesto y el agravio. Si queda demostrado que quien fue tildado de franquista padeció persecución bajo Franco, o que quien lo fue de machista ha defendido en numerosas ocasiones a las mujeres, nadie reconoce su error o su destemplanza, jamás nadie se disculpa. Si ustedes se fijan, son incontables las entrevistas a celebridades en las que éstas aseveran: “Yo no me arrepiento de nada”. A mí me parece siempre una afirmación brutal, porque no conozco a nadie, en la vida real, que no se arrepienta de un puñado de dichos o hechos. Las vidas suelen ser lo bastante largas como para que uno lamente algunas cosas, bien que llevó a cabo, bien que no se atrevió a llevar a cabo. ¿Por qué admitir eso en España supone un enorme oprobio?

Hay centenares de ejemplos, pero uno reciente fue el de la alcaldesa Colau tachando frívolamente de “facha” al Almirante Cervera cuando lo desposeyó de su calle en la Barceloneta para otorgársela a un cómico que —desde mi personal punto de vista— maldita la gracia que tenía. (Espero que se me permita reírme con lo que me hace gracia y no con lo que no me la hace; hoy en día ya no se sabe.) Un montón de personas, incluidos varios descendientes de Cervera, le han salido al paso señalándole que éste murió en 1909, mucho antes de que existiera el fascismo en ningún sitio; que fue más bien liberal, y víctima de gobernantes irresponsables que le ordenaron fracasar sin remedio durante la Guerra de Cuba. ¿Ha habido alguna rectificación, matización o disculpa por parte de Colau, ha retirado su improperio producto de la ignorancia y la demagogia? En absoluto. Ella, como la mayoría de los españoles, es soberbia, y se considera tan infalible como hasta hace poco lo era el Papa. Yo me pregunto por qué cuesta tanto reconocer: “Me he pasado, he hablado atolondradamente; he sido injusto, me he excedido; retiro lo dicho y me disculpo”.

No sé. Hace unos días, mi ayudante ML-B debía enviarle por mail una nota a CLM, la editora de Reino de Redonda, relativa a unos fallos observados por un lector en la traducción de nuestro libro Los Papas. Era ya la segunda vez que me advertía, y le comenté a ML-B cuán puntilloso era ese lector. En la nota, ella convirtió “puntilloso” en “plasta”, y en vez de enviársela a CLM, por error se la mandó al amable señor que se tomaba tantas molestias. Me lo comunicó compungida (“Dimito, soy imperdonable”, me dijo). Inmediatamente le escribimos otro mail al lector pidiéndole disculpas, y aún no sé si nos las habrá aceptado. Comprendería que no. Pero era lo mínimo y no cuesta nada. Al contrario, uno se siente ligeramente aliviado del peso que lo agobia cuando ha sido grosero o injusto o desabrido o ha metido la pata. En España casi nadie siente ese peso, por lo visto. Los políticos, por desgracia, influyen más de lo que deberían en el resto de la gente; también los periodistas, que si tratan indebidamente a alguien durante meses, a lo sumo confiesan su falta una sola vez, y en letra pequeña, o a veces nunca. Mientras eso no cambie, mientras la población siga dedicada a arrojar venablos sin reflexión ni fundamento y jamás retirarlos, España —con parte de Cataluña a la cabeza en los últimos tiempos, por cierto— seguirá siendo un lugar habitado por individuos brutos e incivilizados.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 27 de mayo de 2018

LA ZONA FANTASMA. 20 de mayo de 2018. ‘También por el pie de Cunningham’

Ya se sabe que la memoria es sólo a medias gobernable, y cualquier detalle convoca recuerdos desterrados hacía décadas. En el momento en que supe que la Final de la Copa de Europa de este año, el próximo sábado, iba a ser Real Madrid-Liverpool, me he visto transportado a 1981, que es cuando se disputó el mismo partido, con el mismo título en juego, en el Parque de los Príncipes parisino. Si lo tengo grabado no es porque esa fuera una de las tres finales perdidas por el Madrid, de las quince a que ha llegado (serán dieciséis ahora). Las derrotas dejan tanta huella como las victorias, si no más, de igual manera que duran más las tristezas que las alegrías, los fracasos que los éxitos, las ofensas que los halagos. Es, sobre todo, porque en los preliminares, si no me equivoco, hice la única entrevista de mi vida, y por eso me sentí aún más involucrado y concernido. A título muy personal, además de como madridista.

Tenía por entonces una novia estadounidense que llevaba años viviendo en Madrid. Había sido trapecista del circo Ringling Brothers en su país, y ahora ejercía de modelo y empezaba a hacerlo también de fotógrafa. La verdad es que no teníamos mucho que ver. Era una de esas personas que no le ven sentido a estarse quietas, por lo general condición indispensable para leer libros. También era bastante calamitosa en la vida cotidiana: siendo bondadosa y encantadora, atraía los problemas como un imán (y algún desastre de vez en cuando). Yo procuraba ayudarla a salir de ellos, en la medida de mis posibilidades. Vivía con una gata blanca contagiada del carácter de su dueña, y por su culpa (de la gata) estuve a punto de perder mi amistad con Don Álvaro Pombo. Pero esa es otra historia. Aquel verano CB (esas eran y son sus iniciales) lo iba a pasar en su ciudad natal, Seattle, y se le ocurrió hacer en España una serie de entrevistas con personajes de aquí que se pudieran ofrecer y vender allí. Apenas había entonces españoles conocidos en los Estados Unidos. Creo que consiguió un encuentro con Antonio Gades, y, aunque nuestro fútbol no es popular en América, le sugerí probar con el extremo del Real Madrid Laurie Cunningham. Si el equipo se coronaba campeón y Cunningham destacaba… Cunningham fue el segundo futbolista negro en jugar para la selección inglesa a cualquier nivel, y el primer británico que el Madrid había fichado en toda su historia. Ese tipo de detalles podrían hacerlo atractivo en los Estados Unidos. Pero CB no entendía nada de fútbol, así que pueden imaginarse a quién le tocaba hablar con el gran e intermitente extremo izquierda. No tengo ni idea de cómo, logré contactar con él y me citó, me parece, en el gimnasio en que se recuperaba de una lesión que lo había tenido de baja bastante tiempo. Al menos tenía todo el rato un pie descalzo; me suena que lo habían operado de la rotura de un dedo. Grabé sus declaraciones en inglés (como casi todos los jugadores británicos —véanse hoy Bale y antes Beckham—, era incapaz de aprender lenguas), luego las transcribí y se las entregué a CB, que ya partía en breve. Cunningham dejó, sobre todo, una actuación espectacular en el Camp Nou, que lo ovacionó pese a haber marcado un gol o dos y haber traído de cabeza a la defensa blaugrana. No fue tan memorable su participación en aquella Final, en la que saltó al campo con Camacho, Del Bosque, Stielike, Santillana, Juanito y unos cuantos más con menos poso.

Así que el Madrid-Liverpool lo vi deseando no sólo que el Madrid ganara, como he deseado siempre salvo en alguna ocasión con Mourinho al frente, sino que Cunningham triunfara a lo grande, por él y por mi novia, que en ese caso quizá podría vender la entrevista. No fue así. En el minuto 82 el Liverpool sacó de banda (¡de banda!), un defensa nuestro se despistó y el lateral izquierdo Alan Kennedy metió el gol único y definitivo, uno de los poquísimos de su carrera. El Madrid era el perdedor. Cunningham brilló a ratos, pero andaba mermado. En 1983 o quizá 1984 el club lo dejó ir, y en 1989, a los treinta y tres años, se mató en un accidente de coche en Madrid, adonde había vuelto para jugar en Segunda con el Rayo Vallecano.

Llevo aguardando el resarcimiento de aquella derrota aciaga desde 1981, me doy cuenta ahora con sorpresa. Lo más probable es que ningún futbolista actual del Madrid sepa quién fue Cunningham, ni siquiera Zidane seguramente. Pero tengo el pálpito —es puro deseo— de que el próximo sábado ganarán su tercera Final consecutiva, impulsados por otros motivos. Pero, si así sucede, yo se lo agradeceré doblemente, porque no podré evitar pensar en el pobre Laurie Cunningham, que me cayó bien, que no tuvo suerte con las lesiones y además murió muy joven dejando viuda y un hijo españoles. Y me acordaré vagamente de la mañana en que lo entrevisté en un gimnasio con su pie descalzo, para ayudar a la novia de entonces, algo calamitosa y encantadora.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 20 de mayo de 2018

Javier Marías en la Feria del Libro de Madrid


Javier Marías estará en la Feria del Libro de Madrid:

El viernes, 25 de mayo, por la tarde (19-21 horas), en la caseta de la Librería LE
(nº. 363).

El domingo, 27 de mayo, por la mañana (12-14 horas), en la de la Librería Rafael Alberti (nº. 121).

El sábado, 2 de junio, por la tarde (19-21 horas), en las casetas de Visor (nº. 310-311).

El viernes, 8 de junio, por la tarde (19-21 horas), en las de la FNAC (nº. 297-298).

El sábado, 9 de junio, por la tarde (19-21 horas), en la caseta de la Librería Gaztambide (nº. 86).

Javier Marías en Turín


Salone del Libro, Javier Marías: «Il mio romanzo negli anni ’70 ma non ho nostalgia del passato»
ALESSANDRO CONTALDO
La Repubblica, 12 maggio 2018

Il presente e il passato, Javier Marìas racconta la magia dei suoi libri
SARA STRIPPOLI
La Repubblica, 12 maggio 2018

#SalTo18, Javier Marías «agente segreto» dell’oscurità nel cuore umano
MANUELA MARASCIO
Torinnoggi, 13 maggio 2018

Marías, mai svelare tutto di se stessi
MAURETTA CAPUANO
Ansa, 12 maggio

LA ZONA FANTASMA. 13 de mayo de 2018. ‘Cuando la sociedad es el tirano’

En 1859 no había teléfono ni radio ni televisión, no digamos redes sociales y móviles que expanden con alcance mundial, y en el acto, cualquier noticia; pero también cualquier consigna, bulo, mentira, calumnia y prejuicio. En esa fecha, sin embargo, John Stuart Mill, en su célebre ensayo “Sobre la libertad”, escribió lo siguiente (me disculpo por la larga cita, cuyas cursivas son mías): “Como las demás tiranías, esta de la mayoría fue al principio temida, y lo es todavía, cuando obra, sobre todo, por medio de actos de las autoridades. Pero las personas reflexivas se dieron cuenta de que cuando es la sociedad misma el tirano, sus medios de tiranizar no están limitados a los actos que puede realizar mediante sus funcionarios políticos. La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos; y si dicta malos decretos en vez de buenos, o si los dicta a propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una tiranía social más formidable que muchas de las opresiones políticas, ya que si bien no suele tener a su servicio penas tan graves, deja menos medios para escapar de ella, pues penetra mucho más en los detalles de la vida y llega a encadenar el alma. Por eso no basta la protección contra la tiranía del magistrado. Se necesita también la protección contra la tiranía de la opinión y sentimiento prevalecientes; contra la tendencia de la sociedad a imponer, por medios distintos de las penas civiles, sus propias ideas y prácticas como reglas de conducta a aquellos que disientan de ellas; a ahogar el desenvolvimiento, a impedir la formación de individualidades originales y a obligar a todos los caracteres a moldearse sobre el suyo propio”.

Pese a lo levemente anticuado de léxico y sintaxis, parece que Stuart Mill esté hablando de nuestros días y alertando contra un tipo de tiranía que, por ser de la sociedad (vale decir “del pueblo”, “de la gente” o “de las creencias compartidas”), no es fácil percibir como tal tiranía. “Si nuestra época piensa así”, parece decirse a veces el mundo, “¿quién es nadie para llevarnos la contraria? ¿Quién los políticos, que han de obedecernos? ¿Quién los jueces, cuyos fallos están obligados a reflejarnos y complacernos? ¿Quién los periodistas y articulistas, cuyas opiniones deben amoldarse a las nuestras? ¿Quién los pensadores” (esas “personas reflexivas” de Mill), “que no nos son necesarios? ¿Quién los legisladores, que deben establecer las leyes según nuestros dictados?”

Esta imposición de dogmas y “climas”, evidentemente, era ya perceptible en 1859. Imagínense ahora, cuando existen unos medios fabulosos de adoctrinamiento, conminación e intimidación, sobre todo a través de las redes sociales. Pero ha llegado el momento de preguntarse si esas redes, que hoy se toman por lo que antes era el orácu­lo, o la ley de Dios, no son tan fantasmales y usurpables como la voz de este ser abstracto en cuyo nombre se han cometido injusticias y atrocidades. Es muy sospechoso que en cuanto se piden firmas para lo que sea (desde cambiar una ley hasta el nombre de una calle), aparezcan millares en un brevísimo lapso de tiempo. No hay nunca constancia de que quienes envían sus tuits no sean cuatrocientos gatos muy activos que los repiten hasta la saciedad, los reenvían, los esparcen, aparentando ser multitudes. Se sabe de la existencia de bots, es decir, de programas robóticos que simulan ser personas y que inundan las redes con una intoxicación o una consigna. Rusia es pródiga en su uso, así como partidos políticos, sobre todo los populistas. En suma, detrás de lo que hoy se considera la sacrosanta “opinión pública”, a menudo no hay casi nadie real ni reflexivo, sólo unos cuantos activistas que saben multiplicarse, invadir el espacio y arrastrar a masas acríticas y borreguiles.

Cualquier sociedad es por definición manipulable, y en muy poco tiempo se le crean e inoculan ideas inamovibles. Me quedé estupefacto el día de la famosa sentencia contra “La Manada”. No me cabe duda de que esos cinco sujetos son desalmados y bestiales. Pero no se los juzgaba por su catadura moral ni por su repugnante concepción de las mujeres, sino por unos hechos concretos. Y me asombró que, nada más conocerse la sentencia, millares de personas que no habían asistido al proceso ni habían visto el vídeo que se mostró en él parcialmente, que no eran duchas en distinciones jurídicas, supieran sin atisbo de duda cuáles eran el delito y la pena debida. No digo que no tuvieran razón, los jueces yerran, y cosas peores. Pero nadie contestaba lo más prudente: “Lo ignoro: carezco de datos, de conocimientos y de pruebas, y por tanto no oso opinar”. Vi en pantalla a políticos, tertulianos, ¡escritores y actores!, que afirmaban con rotundidad saber perfectamente qué había ocurrido en un sórdido portal de Pamplona en 2016. Vuelvo a la cita de Mill: “La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos”. Una sociedad que hace eso, que prescinde de la justicia o decide no hacerle caso, que pretende que prevalezca la de su fantasmagórica masa, tiene muchas papeletas para convertirse en una sociedad opresora, linchadora y tiránica.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 13 de mayo de 2018

Javier Marías en el Salón Internacional del Libro de Turín

Foto. Jaime Villanueva

El 12 de mayo, en el Salón Internacional del Libro de Turín, Javier Marías presentará la edición italiana de su última novela  Berta Isla.

A las 16.00 horas, en la Sala Azzurra-Lingotto Fiere (Via Nizza, 280), tendrá un encuentro con Ernesto Franco bajo el título «Sentimento e segretto».

A las 18.00 horas, en l’Arena Robinson-Lingotto Fiere(Via Nizza, 280), tendrá un encuentro con Simonetta Fiori bajo el título «L’amore al tempo dei segreti».

Biglietti

Nuevo libro de Reino de Redonda. ‘Ritual’ de Arthur Machen

RITUAL
Cuentos tardíos

ARTHUR MACHEN

Prólogo y traducción de Antonio Iriarte

Reino de Redonda, mayo de 2018

Distribuye Penguin Random House S.A.U.

ÍNDICE

Omnia exeunt in mysterium. Los últimos cuentos
de Arthur Machen (Prólogo)

por Antonio Iriarte

RITUAL. CUENTOS TARDÍOS
7B, Coney Court (1925)
El don de lenguas (1927)
El misterio de Islington (1927)
Johnny Doble (cuento infantil) (1928)
El cuarto acogedor (1929)
Despertar (cuento infantil) (1929)
Abrir la puerta (1931)
El camino de Dover (1930)
N (1935)
La omega enaltecida (1935)
Fuera del cuadro (1936)
Trueque (1936)
Ritual (1937)

APÉNDICES
Appendix I/Apéndice I: M P Shiel’s and John Gawsworth’s Redonda/La Redonda de M P Shiel y John Gawsworth (updated/puesta al día 2018)
Appendix II/ Apéndice II: Jon Wynne-Tyson’s Redonda/La Redonda de Jon Wynne-Tyson (updated/puesta al día 2018)
Appendix III/Apéndice III: Javier Marías’s Redonda/ La Redonda de Xavier Marías (updated/puesta al día 2018)

 

“Una despedida adecuadamente enigmática para un autor que dedicó la parte más inspirada de su obra a levantar el velo para atisbar el misterio que hay en todas las cosas y poder apreciar su hechizo, con independencia del riesgo”

ANTONIO IRIARTE

Títulos publicados en Reino de Redonda

LA ZONA FANTASMA. 6 de mayo de 2018. ‘Mejor que nada mejore’

Hace bastantes años, una escritora feminista profesional —entiendo por tales a quienes han hallado una mina en la denuncia y el lamento continuos— le propuso a una editora participar en unas jornadas literarias y le pidió que elaborara un informe sobre la proporción de manuscritos de mujeres que llegaban espontáneamente a su editorial y cuántos de ellos eran aceptados y publicados, en comparación con los de los varones. La editora se tomó la molestia de hacer una reconstrucción histórica (hasta donde le fue posible) y le anunció el resultado a la escritora: acababan viendo la luz, proporcionalmente, más textos femeninos que masculinos. Su sorpresa fue grande cuando la feminista profesional, en vez de alegrarse del dato y suspirar aliviada al comprobar que no en todas partes se ninguneaba a las de su sexo, reaccionó con desagrado y le vino a decir: “Ah no, esto no puede ser, esto no me vale”. La editora comprendió que no se había tratado de saber la verdad, sino más bien de encontrar un motivo más para cargarse de razón, algo con lo que fortalecer sus tesis sobre la discriminación sistemática de la mujer, algo que contribuyera a enardecer su queja habitual, que le permitiera afianzarse y exclamar una vez más: “¿Lo veis, lo veis?” No recuerdo si al final la editora dio su ponencia o se cayó del cartel, al contradecir sus conclusiones la inamovible teoría.

Hoy abundan las personas que protestan —con justicia a menudo— de una u otra situación, pero que por nada del mundo quieren ver mejoradas esas situaciones. Es más, lamentan que mejoren (cuando lo hacen), porque, si eso sucede, se quedan sin objetivo en la vida, sin lucha ni función, sin Causa, a veces sin manera de ganarse la vida. La anécdota que acabo de relatar me vino a la memoria hace un par de meses, al ver la gran encuesta que EL PAÍS publicó con ocasión del Día de la Mujer. Las encuestas y las estadísticas son cualquier cosa menos fiables. Todas están desvirtuadas desde el inicio, por: a) las preguntas que se hacen; b) las que no se hacen; c) cómo están formuladas las que sí (son capciosas con frecuencia y “teledirigen” las respuestas); d) el tipo y el número de individuos interrogados; e) cómo son presentados los resultados. EL PAÍS tituló aquel día: “Una de cada tres españolas se ha sentido acosada sexualmente”, lo cual invitaba al lector a llevarse las manos a la cabeza y pensar: “Qué espanto, qué bochorno, ¡una de cada tres!” Pero cuando uno iba a mirar los diversos cuadros en detalle, veía que la pregunta rezaba, claro: “¿Se ha sentido acosada sexualmente en algún momento?”, dando entrada con ese verbo (“sentirse”) a la más estricta subjetividad (hay gente más sensible y susceptible que otra). Se ofrecían cuatro apartados para contestar: a) una vez; b) algunas veces; c) muchas veces; d) nunca. Las que respondían “Nunca” eran en total el 63%, porcentaje que entre las de 65 años o más (es decir, entre las que habían dispuesto de mayor tiempo para sentirse acosadas) ascendía al 74%.

Que en un país tan machista como ha sido España, el 63% de sus mujeres no se hayan sentido acosadas sexualmente nunca (nunca en la vida), a mí —ustedes perdonen—me parece una buena noticia. Y, de haber sido el encargado de brindarla a los lectores, es lo que habría destacado porque lo habría visto como lo más destacable, y no tanto el tercio de las acosadas, repartidas así: una vez, el 7%; algunas, el 23%; muchas, el 2%. Todas sumadas, el 32%. Había otra serie de preguntas subjetivas, relacionadas con “el hecho de ser mujer”. A “La han menospreciado por el desempeño de su trabajo”, contestaba “Nunca” el 69%. A “La han menospreciado por sus opiniones y comentarios”, “Nunca” el 54%. A “Se ha sentido juzgada por su físico o apariencia”, “Nunca” el 50% y “Muchas veces” el 17%. A “La han tratado de intimidar”, “Nunca” el 60%. A “Le han tratado de hacer o le han hecho tocamientos”, “Nunca” el 74% y “Muchas veces” sólo el 2%. Etc.

Sí, España fue un país brutal y legalmente machista. Hace poco más de cuarenta años, bajo la repugnante dictadura, una mujer casada o menor no podía sacarse el pasaporte, ni abrir una cuenta, ni montar una empresa, ni comprar bienes inmuebles, ni casi trabajar, sin el permiso expreso del marido o del padre. Su adulterio constituía un delito y podía ser denunciado, mientras que el del hombre no. Hoy hay todavía razones de queja: la brecha salarial es la más llamativa e intolerable, y resulta criminal que haya varones que aún se crean dueños de sus mujeres. Pero que precisamente aquí, con ese pasado, haya porcentajes tan altos de ellas que nunca se han sentido acosadas, ni menospreciadas, ni intimidadas, ni han sido toqueteadas, yo diría que es para congratularse y mirar el futuro con optimismo.

Me temo que quienes presentaron esta encuesta a los lectores se asemejan a la feminista profesional del principio. Si el resultado es esperanzador, si demuestra que ya se ha operado un enorme cambio de mentalidad para bien, “no me vale”. Es un ejemplo de lo que hoy se da en muchos campos, no sólo en este, en absoluto. Existe demasiada gente furiosa que no quiere que nada mejore, para así poder seguir enfurecida.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 6 de mayo de 2018