Javier Marías, uno de los novelistas europeos más renovadores

Varios expertos españoles y extranjeros en la obra del escritor y académico asisten al homenaje que le dedicó la revista Ínsula

“La familia Taeger, compuesta por tres hijos –Milton, Edward y Arthur-, una hija –Elaine-, el abuelo Rudolph, la tía Mansfield y el señor y la señora Taeger, empezó a derrumbarse en 1922, cuando vivía en Pittsburgh, Pennsylvania”.

Cuarenta y un años han pasado desde que Javier Marías iniciara su trayectoria literaria con este comienzo de su novela Los dominios del lobo. Tenía 19 años. Once novelas después, dos colecciones de relatos, 19 volúmenes de ensayos y numerosas traducciones, Marías es el escritor español más prestigioso en el extranjero. ¿Por qué? «Por ser uno de los novelistas europeos más renovadores”, afirma Domingo Ródenas, de la universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. “Ha desarrollado un estilo que no es un aspecto meramente formal sino una manera de contemplar el mundo.  Su escritura es el pensamiento en acción, y a él asistimos los lectores”, asegura Alexis Grohmann, de la Universidad de Edimburgo. “Su obra es un canto a la sensibilidad, y expresa la profundidad del pensar”, explica el experto argentino Agustín Casalía. Todos ellos invitados al homenaje que ha recibido hoy el escritor y académico en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid, con motivo del número doble con el cual la revista Ínsula ha celebrado sus 66 años como una de las publicaciones de referencia para los hispanistas.

Foto. Álvaro García

A elogios y palabras como las anteriores Marías (Madrid, 1951) sólo atina a decir: “Leer las cosas que se escriben sobre lo que uno ha escrito no es fácil. A veces son iluminadoras, o tristes. Y yo creo que, queramos o no, en uno influye la opinión de los lectores, de los críticos y de la sociedad en general porque de una u otra manera devuelven la imagen de la cual es imposible hacer caso omiso”. Este monográfico de la revista le produce a Marías “cierto temor y estupefacción”. Pero hay un aspecto más práctico y positivo: que tal vez le ayude a zafarse de algunas de esas imágenes que le ha devuelto las opiniones ajenas.

Halagos y opiniones más entusiastas que llegan, sobre todo, del extranjero donde, además, se van a publicar en estos días tres estudios sobre la obra del autor de títulos como Todas las almas, Mañana en la batalla piensa en mí, Corazón tan blanco y Tu rosto mañana. “Es un autor sumamente europeo en el sentido de mirada cosmopolita y más allá de lo exclusivamente español. Escribe desde el mismo centro de Europa y su Historia”, según Grohmann.

Marías dice que su literatura es española “porque no puede ser otra cosa”. Recuerda que ha vivido fuera pero su infancia y vida son de aquí. Otro cosa es que siempre ha oteado el exterior y se ha nutrido del legado de la literatura universal lo que ha hecho que su obra registre un tipo de personajes, situaciones y estructuras narrativas que no corresponden a lo más típico español.

No comparte el patrioterismo generalizado: «La ‘marca España’ me trae sin cuidado. La cultura española no es englobable. Me interesan los individuos». Sobre los recortes a la Cultura dice que es preocupante. Y reconoce que este año se ha «cabreado» con la declaración de la Renta porque lo que pague no irá a educación ni a sanidad y, en cambio, podría ir a Bankia, a la trama Gürtel o al caso Nóos.

Esa mirada más allá de España la tiene el novelista desde sus orígenes. Cuando empieza su trayectoria con Los dominios del lobo, en 1971, «él representa la reacción contra el horizonte literario y cultural de la época», explica Domingo Ródenas. Marías, agrega, va contra una literatura que había olvidado al lector. «Apostaba por la literatura que contara cosas y comunicara». Pertenece a una tradición de grandes constructores de lenguaje y estilo que «logran conciliar todo eso con el contar».

Y en ese flujo el Tiempo es clave la manera como lo manipula de tal manera que va asociado a la idea de la digresión, y «como un elemento trivial puede tener protagonismo insólito», asegura Grohmann. Su escritura es el pensamiento en acción a medida que es escritor escribe va revelando el mundo y el narrador se va enterando; «piensa el autor y piensa el lector y como lectores seguimos sus pasos».

Traducido a más de cuarenta idiomas, su novela número doce está en camino, aunque confiesa que tiene demasiadas ideas «y eso es peligroso».

WINSTON MANRIQUE SABOGAL

El País, 30 de mayo de 2012

Javier Marías no sabe «si el dinero de la renta irá a Bankia o a Urdangarín»

El escritor Javier Marías hace siempre la declaración de la renta y paga religiosamente lo que le corresponde, pero este año tiene la sensación de que ese dinero «no va a ir a sanidad o a educación» y se pregunta si irá «a Bankia, a que el señor Urdangarín haga negocios», o los hagan los de la trama Gürtel.

«Este año, por primera vez, me sienta mal tener que pagar la renta. Mi cabreo es enorme», ha asegurado Javier Marías durante la presentación del número doble con que la revista Ínsula rinde homenaje al autor de Corazón tan blanco, el escritor español con mayor proyección internacional.

Marías ha hablado de la imagen que en nuestro país se tiene de él como escritor, «casi siempre negativa»; ha recordado que nunca acepta invitaciones de Ministerios o instituciones y asegurado que «la ‘marca España'» le tiene «sin cuidado».

«No comparto ese patrioterismo generalizado, que se da mucho en España, por el que si alguien gana un Óscar, entonces se convierte en una especie de ídolo, y si algún español gana un campeonato de un deporte que a nadie importa, empieza a ser importante», afirmaba el escritor, siempre sincero, aunque sabe que muchas de sus opiniones suscitan polémica.

A este gran novelista, cuya obra está traducida a más de cuarenta lenguas, no le interesa demasiado «la cultura española en general», sino «los individuos, la obra de tal o de cual persona». Sin son españoles, se alegra, igual que se alegra «cuando gana la selección española de fútbol, no porque sean españoles» sino porque los conoce.

Foto. EFE.Paco Campos

Por eso «nunca» acepta invitaciones oficiales ni contesta formularios como el que hace poco le llegó del Ministerio de Asuntos Exteriores con la petición de que lo rellenara y, de esa forma, poder contar con él para el proyecto de la «marca España».

«La ‘marca España’ me trae sin cuidado. No me importa lo más mínimo y lo último que haré será rellenar ese formulario», ha asegurado el autor de Los enamoramientos, la última novela de este gran escritor que ya tiene en la cabeza «tres o cuatro ideas» para una nueva.

Al referirse a los recortes que, debido a la crisis, el Gobierno está aplicando en diferentes ámbitos, Marías ha afirmado que «la situación es muy preocupante» y ha contado lo que le está pasando este año con la declaración de la renta.

«Soy de las personas convencidas de que hay que pagar impuestos, pero este año, por primera vez, me sienta mal tener que pagar», ha dicho.

«Este año la sensación que tengo es la de que el dinero que yo pague no va a ir a educación, a sanidad o a la gente dependiente, que son las cosas que a mí, y a la mayoría de los ciudadanos, nos importan más».

«Este dinero que vamos a dar ahora ¿a qué va a ir, a Bankia, a que el señor Dívar vaya a Puerto Banús, a que el señor Urdangarín haga negocios, a que los haga la gente de la trama Gürtel, los de Unión Mallorquina, los de la Comunidad Valenciana, o los de la Comunidad de Madrid con Esperanza Aguirre colocando a su gente en Bankia?», se preguntaba el escritor.

Tras la presentación que hizo Ana Rosa Semprún, directora general de Espasa y editora de Ínsula, en la que dijo que Javier Marías «es el escritor español más importante y más traducido en el mundo entero», el novelista, de 60 años, ha recordado con humor que, durante años, en España se le consideraba «un joven escritor o un escritor prometedor», y así hasta casi los 50 años.

«A los cincuenta, o has cumplido esas promesas o eres un manta», ha dicho Marías.

ANA MENDOZA

Efe, 30 de mayo de 2012

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Presentación del monográfico de Ínsula dedicado a Javier Marías

El hispanismo internacional aplaude la obra de Javier Marías

El miércoles 30 de mayo, a las 12.30 horas, la revista Ínsula rinde homenaje al escritor, con un número doble

Círculo de Bellas Artes, Sala Nueva

Hace poco más de cuarenta años que Javier Marías inició una trayectoria literaria que lo ha convertido en el escritor español actual con mayor proyección internacional. En la segunda mitad del 2011 tuvieron lugar dos hechos significativos del interés que su obra ha concitado fuera de España y del altísimo aprecio crítico que ha logrado. El 30 de julio recibió en Austria el prestigioso Premio de Literatura Europea, uniendo su nombre a los de W. H. Auden, Harold Pinter, Italo Calvino, Simone de Beauvoir, Doris Lessing, Milan Kundera, Salman Rushdie, Antonio Lobo Antunes, Julian Barnes, Claudio Magris o el desaparecido Jorge Semprún, único español que lo recibió antes que él. Al mismo tiempo, la editorial Penguin decidió incluir a Javier Marías, con siete de sus obras, en  la exclusiva serie Penguin Modern Classics, en cuyo catálogo figuran únicamente otros cuatro autores españoles: Cervantes, Quevedo, Benavente y García Lorca. Ambos hechos pueden parecer anecdóticos, pero ilustran la amplitud y el acuerdo en el reconocimiento de la singularidad de su obra en el contexto de la literatura europea de las últimas décadas. Los estudios sobre esa producción ya empiezan a proliferar, e Ínsula, en su vocación indeclinable de espacio para el conocimiento de las letras hispánicas, tenía que sumarse a la reflexión con una serie de contribuciones originales sobre una obra literaria que, en la hondura de su exploración de la conciencia y en la forja de un estilo de alta graduación estética, va siendo ya universal. 

Intervendrán en la rueda de prensa:

Javier Marías, escritor

Domingo Ródenas, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona)

Alexis Grohmann, Universidad de Edimburgo

Arantxa Gómez Sancho, editora

Ana Rosa Semprún, Directora General de Espasa

Venezia, un interno

VENEZIA, UN INTERNO
Testo di Javier Marías (Italiano-Spagnolo)
Traduzione di Valerio Nardoni
Fotografie di Hervé Bordas
Mavida Edizioni, maggio 2012

Può sembrare curiosa l’idea di un libro su Venezia, realizzato da un editore italiano, il cui testo è di uno scrittore spagnolo e le cui illustrazioni sono di un artista francese; a questa apparente stranezza, si potrà aggiungere che le fotografie di Hervé Bordas e lo scritto di Javier Marias non sono nati insieme, i due autori neppure si conoscono, e la sola cosa che sembrano avere in comune è il loro amore per Venezia. Javier Marias ha soggiornato a lungo negli anni giovanili nella città lagunare, al punto da poterla definire la sua «seconda città»; proprio a Venezia, fra le altre cose, ha scritto due dei suoi romanzi più importanti, L’uomo sentimentale e Tutte le anime. Hervé Bordas, da quando è approdato a Venezia, non ha voluto più lasciarla, e nel cuore di Venezia, a due passi dal Teatro La Fenice, da anni dirige la sua galleria di grafica. Bordas, che proviene da una famiglia che tanto ha dato alla stampa originale del Novecento (il nonno è stato il più grande dei maestri litografi, quel Fernand Mourlot che ha realizzato centinaia delle più belle litografie di Braque, Picasso, Chagall, Mirò, Matisse ecc.), ha sempre affiancato alla sua professione l’attività di fotografo; ma non di fotografo in senso generico, bensì di fotografo di Venezia.

‘Venecia, un interior’

‘Lo que uno se lleva consigo’

Galerie Bordas
dal 25 al 31 maggio 

Feria del libro

Vídeo

 JAVIER MARÍAS Y REVERTE, ENTRE SUS FAVORITOS

En su visita a la caseta de Santillana, la princesa Letizia ha mostrado interés en la última novela de Javier Marías, Los enamoramientos (Alfaguara), ya que se trata de el único relato de este autor que no ha leído y por quien siente especial interés, según ha indicado los responsables del stand a Europa Press.

Europa Press, 25 de mayo de 2012

LA ZONA FANTASMA. 27 de mayo de 2012. Cuidado con el tiempo pueril

Uno de los más claros indicios de la infantilización de nuestra época es la percepción distorsionada que he­mos adquirido del tiempo. Como sabe todo el mundo con buena memoria o con críos cerca, los niños no con­ciben, o muy a duras penas, el futuro y el pasado. La inmediatez los domina, sienten una urgencia enfermiza por satisfacer sus necesidades y deseos, disipar sus miedos, poner fin instantáneo a cualquier angustia. Si tienen hambre o sed han de comer o beber ya, el menor retraso les parece una eternidad y una catástrofe; lo mismo si deben hacer pis o les acomete el sueño, o si se aburren, o si se enfadan o se ponen tristes. Se desesperan con facilidad ante las contrariedades, y precisan que se las remedie sin tardanza. En parte es debido a que aún carecen de conciencia de que las cosas pasan, es decir, se interrumpen y evolucionan, son sustituidas y jamás persisten. Al no tener visión de futuro, ni apenas recuer­do de lo dejado atrás, creen que cada momento presente es para siempre, no comprenden la transitoriedad de las circunstancias y por eso no saben esperar para cambiarlas. Cada minuto que viven les parece que deter­mina todos los venideros: si tienen hambre, piensan que la tendrán indefinidamente; si su madre se va al trabajo, están convencidos de que no volverá nunca, experimentan su temporal ausencia como definitiva; si su padre los regaña enojado, sienten que eso es permanente y que jamás volverá a quererlos, a sonreír y a jugar con ellos. Es una existencia un poco animalesca, sin duda, y por lo tanto plagada de alarmas y sobresaltos. Lentamente se va corrigiendo, se va aprendiendo la duración, se entiende que casi todo es provisional y se empieza a vislumbrar la inquietud por el futuro en los periodos alegres y prósperos, pero también la esperanza en medio de las adversidades.

En nuestra época, en buena medida, se ha desandado con ra­pidez lo andado a lo largo de los siglos, hasta el punto de que de­masiados adultos se han instalado en esa percepción pueril del tiempo (hablo sólo de nuestras sociedades occidentales u occi­dentalizadas). Se ha desaprendido que no todo se puede conse­guir y que no a todo se tiene derecho por el mero azar de existir. Al contrario: durante años se ha creído que se nos debía todo, y además gratis, siendo el ejemplo más conspicuo de esto la convicción de que la «cultura», en concreto (es decir, películas y series de televisión, música y libros), había de estar disponible, sin soltar un céntimo, para cualquiera con un ratón de ordenador a mano.

De pronto, con la crisis, se ha producido un vuelco para el que la gente no está preparada. Primero en Grecia, pero también desde hace un año o dos en Italia, hay una epidemia silenciosa de suicidios, principalmente de pequeños y medianos empresarios. Sólo en la región del Véneto, una de las más ricas, se han matado una treintena de empresarios en lo que va de año. Sus muertes no siem­pre aparecen en los periódicos, o a lo sumo en los locales. El drama de uno de ellos era que no podía satisfacer con el fisco una deuda de 15.000 euros. Dado que probablemente en Italia, como en Espa­ña que yo sepa, no se va a la cárcel por deudas como se iba a la Marshalsea de Dickens hasta 1842, el apuro no parecía tan grave como para quitarse la vida. Las cuitas de otros suicidas, por lo visto, no eran tampoco tan trágicas, objetivamente, como para adoptar solución tan irreversible. Quizá intervenga en ello la incapacidad para esperar, que se ha trasladado o contagiado de los niños a los adultos, la sensación insoportable de que lo que es en cada presen­te seguirá siendo igual para siempre, y de que por tanto no hay vuel­ta de hoja para un presente aciago. Pero también otra incapacidad: la de llevar una vida peor de la que se ha conocido, la de rebajar el nivel económico a que se ha estado acostumbrado, la de verse como un perdedor, o un fue, o un venido a menos. La piel se nos ha hecho muy fina y delicada en el transcurso de unos pocos de­cenios, cualquier sinsabor nos la hiere y des­garra, cualquier revés se nos convierte en calamidad inaguantable. La gente de cin­cuenta o más años llegó a padecer las penu­rias de la postguerra y la situación actual no la pilla tan de sorpresa, no le produce el estu­por -la incomprensión, de hecho- que asalta a las generaciones más jóvenes. Esta situa­ción de deterioro del nivel de vida es proba­ble, además, que vaya para bastante largo. Uno se pregunta si lo que mi amigo Agustín Díaz Yanes ha contado en su inquietante novela de política-ficción Simpatía por el diablo (la primera que escribe, visto lo difícil que se ha puesto hacer cine) puede tener mu­cho menos de ficción de lo que aparenta, si detrás de la crisis no hay una operación concebida para hacer que la gente retroceda a la precariedad como norma, a tiempos con menor bienestar y menos derechos, y lo acepte y se resigne. De momento, y por lo que sucede en Grecia e Italia -y puede empezar a ocurrir pronto en España-, esto último está costando, Y tal vez por eso haya tantos suicidios digamos- exagerados. Si la cosa va para largo y obedece a un plan trazado contra el que será arduo resistirse, más vale que recupere­mos a toda prisa la percepción del tiempo propia de la edad adulta y no de la infancia, la que nos permite saber que siempre escampa y que sólo hay que aguantar y aguardar para ver pasar el cadáver del enemigo, que hoy suele llevar careta de político, alcalde, banquero, especulador, tertuliano, constructor, economista o juez; con mis disculpas para los que no son enemigos, que también haylos.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 27 de mayo de 2012

Javier Marías en la Feria del libro de Madrid


Estará:

El sábado, 26 de mayo, por la tarde (19 a 21 horas), en la caseta de la Librería Rafael Alberti (n. 68).

El domingo, 27 de mayo, por la mañana (12 a 14 horas), en las casetas números 336/337 de la Librería Visor.

El sábado, 2 de junio, por la tarde (19 a 21 horas), en la de la Librería Méndez (n. 253).

El domingo, 3 de junio, por la mañana (12 a 14 horas), repetirá en la Librería Méndez (n. 253).

Afición a ‘Mad men’

QUINTA TEMPORADA

‘Mad men’, regreso al pasado

“Hay una cierta nostalgia de un mundo un poco más irresponsable, pero un poco menos estricto”, dijo el novelista Javier Marías para explicar su afición a la serie a la vez que mostraba su incomprensión hacia un artículo del historiador Daniel Mendelsohn en The New York Review of Books, que levantó una gran polémica, porque criticaba la serie precisamente por eso. “Era como si condenase ese mundo, como si dijese: ‘Miren que malos eran nuestros padres, como fumaban las embarazadas”, replicaba Marías.

GUILLERMO ALTARES

El País, 21 de mayo de 2012

LA ZONA FANTASMA. 20 de mayo de 2012. La dificultad de ser intachable

Ahora que Pep Guardiola ha abandonado el Barça tras cuatro temporadas de éxitos, títulos y juego incompara­bles, hay que reconocer el enorme problema al que se ha enfrentado, sobre todo en un país como este. En él hay algunas personas -siempre pocas- que intentan hacer su tra­bajo, triunfar -ambición bien lícita- y a la vez no resultar ofensi­vas para los demás. Pero esa es una tarea casi imposible. Cuando alguien destaca y no se pone prepotente ni chulo, ni se dedica a subrayar su propia excelencia; cuando trata de restar importancia a sus logros y no tomárselos muy en serio ni jalearse a sí mismo), y atribuir el mérito a la suerte y a otros -en el caso de Guardiola, a sus jugadores-; cuando no saca pecho sino que lo encoge, y procura ser respetuoso y elogioso con quienes no alcanzan tanto o son derrotados por él, y se muestra educado a ultranza, por lo general no se le permite comportarse de ese modo, como si la mera existencia de ese alguien prudente, modesto, cultivado y cortés fuera un ultraje. Tal vez lo sea, porque inmediatamente acentúa el contraste con la mayor parte del resto.

España, en su conjunto, y con excepciones, es un país con ten­dencia a la vileza, y por eso, con frecuencia, penaliza y castiga a quien no participa de ella. Recuerdo cómo muchos intelectuales que habían servido o apoyado a Franco du­rante su dictadura -varios al principio, cuando la represión era más feroz- se justi­ficaron diciendo que había que ganarse la vida, o que habían actuado así para evitar represalias contra un pariente cercano, o que -qué queríamos- habían jurado lealtad al Movimiento porque si no no habrían en­trado en la Universidad; y, sobre todo, aducían que todo el mundo había hecho lo mismo, que nadie había quedado sin pringarse en aquellos tiem­pos tan duros, sin importarles que esto último fuera una gran fal­sedad y que además permanecieran vivos algunos que no se ha­bían prestado a lo que ellos sí se prestaron: gente que malvivió por negarse a apoyar o a ensalzar a Franco, o que se fue al exilio, o que padeció larga cárcel o se sumergió en la clandestinidad. Por no hablar de los ejecutados por la misma razón. Se hizo como si estos individuos no hubieran existido y se lanzó la especie de que todo el mundo se manchó. Así se diluyen las culpas, que en cambio son imposibles de ocultar si hay ejemplos de inocencia y de intachabilidad.

Cuando hay alguien que, en el campo que sea (y por fortuna el del fútbol es leve y en absoluto trágico), se esfuerza por ser intachable, se le mete el dedo en el ojo reiteradamente a ver si reacciona de mala manera y se lo puede arrastrar a la vileza y al fango en que los españoles y españolizados se sienten tan cómo­dos. Por su afán de conducirse civilizadamente en medio de sus éxitos, a Guardiola se lo ridiculizó primero con la zafiedad también habitual aquí («Mea colonia», «Es un cursi y un empalago­so», «Va de filósofo», «Nos restriega que lee libros», «Se hace el santo», «Ya está bien de ir de modestito», «Que lo elijan Presi­dente de la Generalitat»). Después se lo acusó de haber ganado lo que había ganado con trampas, favores arbitrales, de la Fede­ración, de la FIFA, de la UEFA y de Zapatero, cuando la superio­ridad de su equipo había sido tan palmaria e indiscutible que convertía en mediocres al Manchester United, el Arsenal o el Real Madrid. Tan evidente era su supremacía que los partidos del Barça empezaban a aburrir a los no culés pese al maravilloso juego desplegado: les faltaba dramatismo, incertidumbre, temor. Ahora, cuando ha decidido marcharse tras una temporada brillante en la que no ha conquistado la Liga ni la Copa de Euro­pa, han saltado voces mezquinas que lo han tildado de cobarde y de escurrir el bulto: «Cuando pintan bastos para su equipo», han dicho, mientras ese equipo ha mantenido su fútbol admira­ble y ha machacado a la mayoría de sus rivales.

Es muy difícil ser intachable en España. Por lo general no sé consiente, como si eso fuera un pésimo ejemplo o un precedente peligrosísimo. Se intenta por todos los medios que quien as­pira a ello descienda a la arena y se líe a mamporros y navajazos, para que todos estén igualados. Se lo provoca, se lo insulta, se le hace burla, se lo difama, se arrojan sos­pechas sobre su labor. El iluso en cuestión­ aguanta estoicamente los chaparrones, los venenos, las cuchilladas y los golpes al hí­gado, sin reaccionar, sin ponerse a la altura de sus detractores. Está empeñado en ser intachable, y ya eso es otro pecado: «Pretende estar por encima, ¿qué se cree? Aquí hay que ensuciarse». Eso es lo que normalmente se busca en España, que se ensucie todo el mundo, para que se note menos la suciedad ambiente. Las más de las veces el iluso se harta, como es natural, y sucumbe: antes o después se lo obliga a defenderse, porque si uno no repar­te algo de estopa, su educación y su contención se toman por debilidad y la tunda arrecia hasta dejarlo tendido en la lona o camino del hospital. Guardiola, al marcharse, ha felicitado a su mayor ri­val por su victoria y ha añadido una breve frase, más bien críptica («Han pasado muchas cosas que han quedado tapadas por nuestro silencio»), que quienes lo malquieren se han apresurado a ver como un triunfo, como la claudicación de su caballerosidad. Ya son ganas. Tras cuatro años de méritos incomparables, Guardiola se va sin haberse puesto una sola medalla y sin haberse rebajado a participar en la reyerta nacional, que es lo que se le exige a todo dios. No me extrañaría que, él que puede elegir su destino, no volviera a entrenar nunca en este país.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 20 de mayo de 2012

Javier Marías como traductor. Estudio de Gareth J. Wood

JAVIER MARÍAS’S DEBT TO TRANSLATION. STERNE, BROWNE, NABOKOV
GARETH J. WOOD
Oxford University Press

El aprendizaje de Javier Marías

Los artistas, ya sean pintores, escultores, compositores o novelistas, nacen y no se hacen, aunque todos tienen un proceso de aprendizaje. En el caso de Javier Marías, su primera carrera de traductor literario jugó un papel fundamental en el desarrollo de su propio estilo y de su marco de referencia literaria.

Gareth J. Wood

El libro del profesor británico, Gareth J. Wood, Javier Marías’s Debt to Translation: Sterne, Browne, Nabokov, publicado este mes por Oxford University Press, es el primer estudio en profundidad sobre este aspecto de Marías, uno de los novelistas españoles más exitosos. Wood, ciudadano honorario de Redonda, la nación ficticia creada alrededor de la isla deshabitada del mismo nombre, una dependencia de Antigua y Barbuda, cuyo rey actual es Marías, examina algunas de las obras traducidas por Marías de una forma minuciosa y traza paralelismos con sus novelas.

“A aquel que quiera escribir … yo le recomendaría que tradujera … yo he notado en mi propia prosa flexibilidad y soltura después de traducir”, dijo Marías. “Noté mi ’instrumento’ más afinado que antes, gracias al extraordinario ejercicio literario que supone la traducción.” Marías usa palabras con la habilidad de un cirujano con un escalpelo.

Además de traducir a Laurence Sterne (1713-1768), Thomas Browne (1605-1682) y Vladimir Nabokov (1899-1977), Marías ha traducido a novelistas tan diferentes como el ingles Thomas Hardy (1840-1928), cuyo vocabulario es muy rebuscado, y el americano John Updike (1932-2009) que escribió en una prosa moderna y tan clara como el agua, y poetas como WH Auden (1907-1973). En 1979, Marías ganó el Premio Nacional de Traducción por su versión de The Life and Opinions of Tristram Shandy (La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy).

Pero llegó un momento en el que traducir y escribir a la vez suponía el riesgo de contaminar su escritura porque, en palabras de Marías, “escribir y traducir son actividades, desde mi punto de vista, demasiado similares como para mantener las dos de una manera continuada.” Marías alcanzó este punto en 1978 cuando sintió que “había cruzado por fin la línea de sombra y alcanzado la madurez y la osadía necesarias para ser intérprete de mí mismo” y dejó de traducir tanto como antes.

El gran crítico George Steiner avisó que “los escritores han dejado de traducir, a veces demasiado tarde, porque la voz inhalada del texto extranjero llega a asfixiar la suya propia.” Éste no ha sido el caso de Marías que ha desarrollado su propia voz.

Pero aún en 1995 (después de enseñar en la Universidad de Oxford dos años durante los 80) continuaba siendo considerado por las altas esferas del mundo literario español un escritor británico que escribía en español.

Marías empezó su vida literaria traduciendo (aunque escribió su primer cuento, cuando tenía solo 14 años) no solo para forjar y madurar su propio estilo sino también como una manera de rechazar su herencia cultural. “Era la nuestra la primera generación que en verdad no había conocido otra España que la franquista, y se nos había tratado de educar en el amor a España desde una perspectiva grotescamente triunfalista. A la hora de la rebeldía contra esa educación, la consecuencia no podía ser otra que un virulento desprecio no ya hacia esta España cotidiana y mediocre, sino hacia todo lo español, pasado, presente y casi futuro.”

Algo similar ocurrió con Antonio Muñoz Molina. “Para nosotros la palabra tradición sólo podía significar oscurantismo e ignorancia, del mismo modo que las palabras patria o patriotismo significaban exclusivamente dictadura,” dijo en una conferencia en 1993.

A diferencia de Muñoz Molina, Marías venía de una familia intelectual y algo cosmopolita, siendo su padre el filósofo Julián Marías (1914-2005) quien llevó a su familia a EE UU en 1951 por razones políticas, donde fue expuesto desde una tempranísima edad al inglés, y luego recibió una educación de élite en Madrid (en el Colegio Estudio).

Los ideas de Browne sobre la circularidad en asuntos humanos, la posteridad, el tiempo y la memoria, algunos de los temas recurrentes en las novelas de Marías, fueron incorporados a su vocabulario imaginativo. Sterne le dio la confianza de, en palabras de Wood “permitir a sus narradores divagar en el tiempo, ralentizar o incluso suspender en el tiempo el ritmo narrativo en aras de llegar a reflexiones de esencia personal o filosófica.”

Debo confesar que yo leo las novelas de Marías en inglés porque las versiones de su traductora, Margaret Jull Costa, son tan brillantes que parece que ella es la autora, y hasta cierto punto lo es, una experiencia que seguramente Marías sintió cuando el estaba traduciendo.

WILLIAM CHISLETT

El Imparcial, 19 de mayo de 2012

Nuevo duque del Reino de Redonda: John Banville

El rey y su nuevo duque en la entrega del Premio Nonino

Xavier I de Redonda ha nombrado duque al escritor irlandés John Banville, que ha elegido ser «Duke of Infinidades» en referencia al título de una de sus últimas novelas.

Nació en Wexford, Irlanda, en 1945. Trabajó como periodista en el diario The Irish Press y en The Irish Times. Es colaborador habitual de The New York Review of Books.

Entre sus novelas destacan: Copérnico, La carta de Newton, El libro de las pruebas, El mar –con la que ganó el Premio Booker 2005-, y Los infinitos.

Ha obtenido numerosos galardones, como el James Tait Black Memorial Prize, el Guardian Fiction Prize, el Guiness Peat Aviation Award y el Frank Kafka.

También publica novela negra bajo el seudónimo de Benjamin Black; la última se titula Muerte en verano.

 

‘Los enamoramientos’ en la novela de Agustín Díaz Yanes

SIMPATÍA POR EL DIABLO

AGUSTÍN DÍAZ YANES

Espasa, mayo de 2012

«Esa tarde empezó la lectura de una novela que se había comprado tanto por el título Los enamoramientos como por una cierta fidelidad al autor, pues gracias a una frase que leyó en uno de sus libros -«la felicidad puede inventarse»-, su vida cambió.»

Comenzar a leer

Agustín Díaz Yanes, Duke of Michelín del Reino de Redonda, cineasta y traductor, publica su primera novela.

-A Isabel le cambia la vida una frase de Javier Marías. ¿Tanto lo admira?

-Es amigo, pero es que Javier es el mejor escritor de los últimos años, y también es un autor al que leen mucho las mujeres. Por cierto, que mientras escribía vi a muchas chicas con Los enamoramientos en el metro, como Isabel.

Entrevista con el autor

Edición holandesa de ‘Los enamoramientos’

DE VERLIEFDEN

JAVIER MARÍAS

Meulenhoff, mayo de 2012

Zo begint De verliefden, de nieuwe roman van Javier Marías, over de verschrikkelijke nasleep van onze daden en de onlogische kracht van de liefde. Maria Dolz, hoofdpersoon en verteller, is gefascineerd door een echtpaar dat ze elke ochtend tegenkomt in het café waar ze ontbijt. De twee stralen geluk uit en ze geven haar een goed gevoel. Maar dan wordt Miguel, de man, ineens op straat doodgestoken en komt zijn vrouw, Luisa, lange tijd niet naar het café. Als ze er na een paar maanden toch weer is raken de twee vrouwen bevriend, en Maria leert ook huisvriend Javier kennen, op wie ze stapelverliefd wordt. Als ze Javier op een avond met iemand hoort praten begint ze zich af te vragen of hij te vertrouwen is. De hevige verliefdheid maakt plaats voor angst en ze vermoedt zelfs dat hij een rol speelde in de dood van zijn vriend Miguel.
De verliefden is een roman over de onmogelijkheid om de waarheid volledig te ontdekken, omdat die zo soepel met onze gedachten en emoties mee verandert.

Javier Marías sale en defensa de ‘Nuestra lengua…’

 Decido celebrar el 23 de abril comentando el primer libro entregado por Javier Marías este año: no se me ocurre una fiesta mejor en defensa de “nuestra lengua tan maltratada”, como escribe en la dedicatoria. Y digo fiesta porque en estos artículos seleccionados y prologados por Alexis Grohmann, nuestro novelista hace del sentido del humor que asoma por momentos en Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí y Tu rostro mañana, entre otras, un arma eficaz para arremeter constructivamente contra los crecientes vicios y despojos del habla y la escritura que empantanan la lengua, y por ende las comunicaciones humanas, desahogándose de paso por la irritación que indefectiblemente le producen. Me refiero a Lección pasada de moda/Letras de lengua (Galaxia Gutenberg: Barcelona, enero 2012) del que escojo ahora este pasaje: “El problema ha llegado a ser de tal calibre que no es ya que la mayoría de los españoles se expresen fatal, sino que se advierte en ellos una absoluta falta de instalación en su propio idioma. Cada vez hay más hablantes que en modo alguno lo poseen, lo dominan, lo tienen a su servicio como instrumento fiable. Más bien dan la impresión de hablarlo sólo aproximadamente, como se habla a menudo una lengua extranjera; de “tantearlo” nada más; de estar a su merced y defenderse de él a duras penas, como si fueran náufragos a la deriva en océano y no marinos que navegaran por él conociendo las mejores rutas y marcando el rumbo. Es como si la lengua les bailara alrededor, inasible e informe, y jamás la atraparan”.

Este párrafo de “La ley del balbuceo” es sumamente revelador: el traductor de El espejo del mar de Conrad se sirve del lenguaje marino para desarrollar la metáfora de lo que a todas luces sucede con la lengua. Marías es un buen capitán de nave que conoce los rumbos del idioma y se propone animar a los individuos pensantes que lo lean a perseverar en la busca de su auténtico dominio expresivo; porque es la inercia colectiva lo que favorece la corrupción y empobrecimiento de la lengua, y sólo un continuo esfuerzo personal puede impedir que estos se extiendan como una peste mental con su consecuente marisma verbal, promovida incesantemente por la ignorancia lingüistica de no pocos periodistas y pseudotraductores, así como por la vacua o mendaz ufanía de los políticos y por la pereza y cobardía de tantos ante las coerciones de variada “corrección política” que imperan hoy en día amenazando uniformar el habla.

Estos 50 artículos escritos a lo largo de 16 años se insertan, como señala Grohmann, en la tradición de orientar a los hablantes en el ejercicio de su libertad expresiva; único modo de que la lengua evolucione del mejor modo posible como vehículo de comunicación rico y capaz de repeler las manipulaciones de los nuevos inquisidores del habla. que quieren impedir que sepamos quién es quién. Sin ser purista (lo reitera el autor), y precisamente por ello, continúa la labor del poeta Pedro Salinas que, en El defensor, se preguntaba: “¿por qué habríamos de renunciar a aplicar nuestra inteligencia humana a la marcha y destino de la lengua, habiendo lanzado nuestra facultad crítica a todos los rincones de la vida humana?” Con denuedo y hasta por compulsión, Javier Marías lo hace festivamente ya desde el título en algunas de las piezas reunidas bajo cuatro de los apartados más nutridos del libro: “Don y daño de lenguas”, “Malas hablas”, “Navío recadero”, “Fastidioso y muy embarazados”, “¿Es usted el Santo Fantasma?”, “Todas las farsantas son igualas”, entre otros. La penúltima cierra así: “¿cómo es que estas barbaridades no las controla y enmienda nadie en el trayecto que va desde la metedura de pata del traductor-lumbrera hasta que la misma llega al público que paga por su libro, su periódico, su televisión o su vídeo? Que baje el Santo Fantasma a explicármelo, que lo voy a tutear”.

Finalmente, “En desuso por abuso” se refiere a tergiversación, calumnia, contradicción y “otras palabras que más caen en desuso cuanto mayor es la vigencia de lo que nombran, pero quizá una las englobe a todas, y es ‘cinismo’”. Con defensores como éste nuestra lengua gozará por largo tiempo de buena salud, claro que sí.

JUANA ROSA PITA

El Nuevo Herald, 13 de mayo de 2012

Traducción al noruego de ‘Mala índole’

OND NATUR
ELLER MED ELVIS I MEXICO

JAVIER MARÍAS

Gyldendal, 2012

Alt er Elvis’ skyld … sør for grensen i Mexico for å filme, med hele sitt følge har han, forfengelig som han er, insistert på at produsentene skaffer ham en ordentlig oversetter. Oversetteren må kunne kastiljansk, slik at de få replikkene hans kommer ut riktig. Men verken oversetteren Ruibérriz eller noen av de andre aner rekkevidden av denne jobben. En kveld fornærmer en full amerikaner en lokal kjekkas, og da kjekkasen vil vite hva som ble sagt, er det at Elvis selv slenger ut en enda mer uoversettelig replikk. På et øyeblikk er barkvelden snudd til en situasjon der oversetteren befinner seg i livsfare.

Til forskjell fra Marias’ nyere romaner er denne liten av omfang. Men tematisk – også her handler det om språk, identitet, anerkjennelse – er nok denne lille teksten i slekt med de senere romanene, bl.a. med trebindsverket Tu rostro mañana (2002–2007), med engelsk tittel Your Face Tomorrow (2004–2009). Dette verket er blitt sammenlignet med et av Europas sentrale romanverk, Marcel Prousts På sporet av den tapte tid.

LA ZONA FANTASMA. 13 de mayo de 2012. ¿A qué tanta ansia?

En alguna ocasión: he recordado cómo mi padre, que permaneció hasta el final de la Guerra Civil junto a Besteiro en Madrid, se asombraba de lo que había visto en las últimas, semanas de la contienda, cuando se sabía a ciencia cierta que la capital iba a caer en manos de Franco, de sus falangistas, sus requetés y sus moros, todos por el estilo de vengativos y sanguinarios y dispuestos a escarmen­tar a base de bien a la ciudad que más se les había resistido. En medio de esas boqueadas de la Republica, había personas que se peleaban por entrar en su Gobierno con algún cargo o car­guito, a sabiendas de que su ocupación iba a ser efímera y, sobre todo, de que ese breve lucimiento sólo iba a traerles graves problemas una vez que la victoria de los «nacionales» fuera un hecho: detenciones, cárcel, represalias, exilio o fusilamiento. Gente que tal vez habría pasado bastante inadvertida se ofre­cía a significarse en perjuicio suyo,  y no  -contaba mi padre, que asistió a ello- por lealtad, espíritu de sacrificio o necesi­dad, no se trataba de eso. Las cartas esta­ban ya echadas y poco importaba quiénes llevaran a cabo la rendición. La vanidad derrotaba al instinto de conservación, y a esos individuos los tentaba más «figurar», aunque fuera sólo un mes o unas semanas, que precaverse de cara al inminente e irremediable futuro. «Después de eso», decía Julián Marías, «nada de lo que los humanos hagan por ambición o vanidad logrará sorprenderme».

No sé si se habrán dado muchos más ejemplos parecidos. Lo tradicional, ya se sabe, es que las ratas corran a abandonar el barco cuando ya es seguro que va a hun­dirse. Es de esperar, en todo caso, que semejantes tentaciones no tengan lugar nunca más aquí en circunstancias tan extremas y trágicas. Y sin embargo, salvando las insalvables distancias… Al cabo de cinco meses de Gobierno de Rajoy, y vistos los pano­ramas político y económico, cabe preguntarse por qué él y su partido tenían tanta prisa por ejercer el poder. Dieron larga ta­barra con las elecciones anticipadas, y finalmente las obtuvie­ron, pero incluso entonces les parecieron tardías. Según ellos, cada día con Zapatero arruinaba aún más a España, y ese pro­ceso sólo se detendría -e invertiría en seguida- con el PP al mando. Sabían cómo remediar la situación, si bien nunca explicaron en qué consistiría el remedio, o si acaso por la vía negati­va: no mermarían el poder adquisitivo de los pensionistas, no subirían los impuestos, no incrementarían el IVA, no obligarían al copago farmacéutico, no deteriorarían la educación, no abaratarían el despido, no desprotegerían a los más débiles (para­dos, «dependientes», jubilados), no aumentarían el desempleo y menos aún el de los jóvenes, no privarían a nadie de asistencia sanitaria, no paralizarían la actividad de los ministerios, no impondrían grandes recortes, no dificultarían el crecimiento, no pondrían trabas a los «emprendedores» (al contrario), no… Exacto: no tomarían ninguna de las medidas que ya han toma­do, por activa o por pasiva, en el plazo de cinco rápidos meses.

Mintieron a sabiendas, qué duda cabe. Es imposible que an­tes de las elecciones no supieran que les iba a tocar hacer cuanto dijeron que no harían, o que se verían forzados a ello por Berlín y Bruselas. Puede que, una vez en el poder, hayan descubierto alguna cosilla con la que no contaban o algún engaño del ante­rior Gobierno. Pero no podían ignorar que la situación era malí­sima y que además, en contra de lo que afirmaban, no tenían ni idea de cómo superarla o salir de ella. Es imposible que no tuvie­ran conciencia del quebranto para la población que sus medidas iban a suponer y del desagrado con que se recibirían; del grave daño que infligirían a millones de familias, de lo antipático que iba a resultar su Gobierno. «Me va a costar una huelga general», anticipó Rajoy al referirse a la reforma labo­ral que proyectaba (lo dijo en privado, pero lo delató un micrófono). Y si estaban al tan­to de todo esto, como no podían por menos de estarlo, ¿qué los impulsó a querer hacer­se cargo, lo antes posible, de tamaño y pre­visible desastre? ¿A qué tanta ansia? Se en­tendería si hubiera creído sinceramente que ellos iban a gestionar mejor la crisis, que en verdad tenían soluciones. Pero es evidente que ni lo creían ni las tenían. Cuanto más tiempo pasa, más dan la im­presión de estar improvisando –como Zapatero-, de sentirse desbordados, de ir dando saltos con la lengua fuera para llegar siempre tarde, como el perro que persigue una cometa que su amo elevará en cuanto el animal se acerque. Mientras tanto, la gente lo pasa cada vez peor y, lo que es más grave, pierde toda esperanza y no entiende nada. ¿No iban a cambiar las cosas in­mediatamente? Casi todos acabamos hartos de las tontunas del anterior Presidente y de su permanente optimismo supersticio­so. No hay nada que no se eche de menos, sin embargo; hasta lo lastimoso. Quizá haya un término medio entre ese optimismo injustificado y el pesimismo siniestro de Rajoy y los suyos. Estos han olvidado que a la gente hay que dejarle un mínimo resquicio de ilusión y de esperanza, aunque sean semifalsas. En cualquier circunstancia, la esperanza se conserva mientras se necesite tenerla. Lo que no se puede hacer es arrebatarla, con desaliento no se va a ningún sitio. Quién sabe si hasta los vanidosos del final de la Guerra, los que aspiraban a un cargo o carguito casi póstumos que se iban a volver en su contra, creyeran que se podía producir un milagro y que la República acabaría ganando. Al menos eso, aunque iluso, explicaría un poco su ansia.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 13 de mayo de 2012

Nuevo libro de Reino de Redonda. ‘De El Alamein a Zem Zem’, por Keith Douglas

DE EL ALAMEIN A ZEM ZEM

KEITH DOUGLAS

Prólogo de Agustín Díaz Yanes

Traducción y notas de Antonio Iriarte

Reino de Redonda, abril de 2012

Distribuye ÍTACA

Este vigésimo tercer volumen del Reino de Redonda está dedicado a Jacinto Antón, que parece pasarse la vida en compañía de héroes frágiles como el joven autor de este libro, y así nos deleita luego con sus aventuras

EL EDITOR

ÍNDICE

Un tipo raro que iba a morir (Prólogo)
por Agustín Díaz Yanes

EL ALAMEIN

ZEM ZEM

NOTA SOBRE EL AUTOR Y LA EDICIÓN
por Antonio Iriarte

APÉNDICES

Appendix I/Apéndice I: M P Shiel’s and John Gawsworth’s Redonda/La Redonda de M P Shiel y John Gawsworth (updated/puesta al día 2012)

Appendix II/ Apéndice II: Jon Wynne-Tyson’s Redonda/La Redonda de Jon Wynne-Tyson (updated/puesta al día 2012)

Appendix III/Apéndice III: Javier Marías’s Redonda/ La Redonda de Xavier Marías (updated/puesta al día 2012)

“Douglas era uno de de los hombres que sentía la llegada inminente de la muerte. Su fatalismo se debía a la sensación de que había agotado su ración de buena suerte en la guerra del desierto.”

ANTONY BEEVOR

“Escribió el libro más cautivador y conmovedor que uno recuerda sobre un grupo de hombres en guerra.”

AGUSTÍN DÍAZ YANES

Reino de Redonda-Debols!llo

LA RELIGIÓN DE UN MÉDICO
EL ENTERRAMIENTO EN URNAS

SIR THOMAS BROWNE
Edición y traducción de Javier Marías
Colección: Reino de Redonda
Edición: Debols!llo

Í N D I C E
Nota del traductor, por Javier Marías
Cronología
RELIGIO MEDICI (LA RELIGIÓN DE UN MÉDICO), por Sir Thomas Browne
HYDRIOTAPHIA (EL ENTERRAMIENTO EN URNAS), por Sir Thomas Browne
DE LOS SUEÑOS, por Sir Thomas Browne
Notas
Apéndice:El apócrifo apócrifo, por Javier Marías

Forjador de palabras y frases de ingenio shakespeariano y poseedor de una erudición laberíntica, sir Thomas Browne es uno de los mayores estilistas de la literatura inglesa, cuya voz sigue retumbando, con sonoridad e identidad propia, en los pabellones de la historia literaria. Este volumen recoge sus obras más célebres: La religión de un médico, donde estudia la relación entre su profesión médica y la profesión de la fe cristiana; y El enterramiento en urnas, una meditación acerca de la mortalidad. Cierra el volumen el breve ensayo De los sueños, un maravilloso texto de inspiración montaigneana.

XII Premio Reino de Redonda: Philip Pullman

Fallo del XII Premio Reino de Redonda (2012)

Con fecha de 8 de mayo de 2012, el escritor Javier Marías, en nombre del Reino de Redonda, dio a conocer el fallo del XII Premio Reino de Redonda, instituido en 2001 para distinguir anualmente la obra de un escritor o cineasta extranjero –y de lenguas no españolas- en su conjunto.

En ediciones anteriores el Premio fue ganado por J M Coetzee (2001), Sir John Elliot (2002), Claudio Magris (2003), Eric Rohmer (2004), Alice Munro (2005), Ray Bradbury (2006), George Steiner (2007), Umberto Eco (2008), Marc Fumaroli (2009), Milan Kundera (2010) e Ian McEwan (2011).

Este año de 2012, han participado en las votaciones los siguientes miembros del prestigioso jurado: Pedro Almodóvar, John Ashbery, Antony Beevor, William Boyd, Michel Braudeau, Pietro Citati, J M Coetzee, Agustín Díaz Yanes, Roger Dobson, Umberto Eco, Sir John Elliot, Marc Fumaroli, Pere Gimferrer, Ian McEwan, Claudio Magris, Eduardo Mendoza, Ian Michael, Arturo Pérez-Reverte, Francisco Rico, Fernando Savater, Mario Vargas Llosa, Luis Antonio de Villena y Juan Villoro.

Una vez realizado el recuento de las candidaturas y votaciones, el ganador de la presente edición ha sido el novelista y ensayista británico PHILIP PULLMAN, nacido en 1946 en Norwich. Sus principales obras han sido traducidas al español, desde su famosa trilogía La materia oscura (consistente en Luces del norte, La daga y El catalejo lacado) hasta El buen Jesús y Cristo el malvado, El Oxford de Lyra y El puente roto, así como Contra la “ identidad”, con prólogo de Fernando Savater.

Philip Pullman ha recibido  con anterioridad premios como La Carnegie Medal y el Memorial Astrid Lindgran.

El Reino de Redonda, al concederle el suyo, desea destacar que lo merece “por su compleja y brillante creación de un universo paralelo, con implicaciones políticas y satíricas en la mejor tradición de la Utopía de Tomás Moro, El País de las Maravillas de Lewis Carroll, las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis, El Señor de los Anillos de Tolkien y El señor de las moscas de William Golding, valiéndose de una desbordante fantasía y bajo el disfraz de literatura juvenil, llegando así a muy amplias capas de lectores”.

PHILIP PULLMAN ha declarado lo siguiente, al conocer la noticia: “Considero un muy alto honor este Premio, y convertirme en ‘Duque’ del Reino de Redonda. El hecho de que casi todo lo relativo a este Reino sea imaginario habla mucho en su favor, sin duda alguna. Sus ‘duques’ y ‘duquesas’, sin embargo, no lo son en absoluto, sino muy reales y admirables, y me siento enormemente orgulloso de unirme a ellos”.

El Premio está dotado con dos mil euros (2.000 €), aportados por la editorial Reino de Redonda, S. L., y con el título de “Duque redondino” para el ganador. PHILIP PULLMAN pasa a ser, así,  “DUKE OF CITTÀGAZZE, nombre de un lugar por él inventado en su trilogía La materia oscura, en el que la gente vive del robo y la ociosidad, y formará parte del jurado del Premio, si ese es su deseo (y si el Premio sigue existiendo en estos tiempos difíciles), en el futuro.

Madrid, a 8 de mayo de 2012

Javier Marías

El ensayista Philip Pullman ingresa en el Reino de Redonda

El escritor y ensayista Philip Pullman, autor de la trilogía La materia oscura y Contra la identidad, prologado por Fernando Savater, ha ganado el XII Premio Reino de Redonda, instituido en 2001 para distinguir anualmente la obra de un escritor o cineasta extranjero (y de lenguas no españolas) en su conjunto, según ha informado en un comunicado el escritor Javier María, creador de esta corte imaginaria.

Pullman, además, ha sido nombrado Duque de Cittàgazze, nombre de un lugar por él inventado en su trilogía, en el que la gente vive del robo y la ociosidad. Este título nobiliario le convierte en miembro del jurado si el autor así lo aceptara. «Considero un un muy alto honor este premio», ha dicho el escritor. «El hecho de que casi todo lo relativo a este Reino sea imaginario habla mucho en su favor. Sus duques y duquesas, sin embargo, no lo son en absoluto, sino muy reales y admirables, y me siento muy orgulloso de unirme a ellos».

El jurado, formado por personalidades como Pedro Almodóvar, John Ashbery o J.M. Coetzee, ha destaco que Pullman se merecer el galardón por «su compleja y brillante creación de un universo paralelo, con implicaciones políticas y satíricas en la mejor tradición de la Utopía de Tomás Moro y El País de las Maravillas de Lewis Carroll».

El galardón está dotado con 2.000 euros aportados por la editorial Reino de Redonda. En anteriores ocasiones el premio fue para J.M. Coetzee, John Elliott, Claudio Magris, Milan Kundera, Umberto Eco y George Steiner, entre otros.

Un Reino real

El Reino de Redonda responde al ideal ilustrado de República de las Letras, un lugar en el que, se supone, gobierna la Razón. Pero Redonda no es sólo un lugar ideal, sino que existe. El Reino fue creado en el siglo XIX por un banquero británico llamado Matthew Dowdy Shiell en el territorio de la isla caribeña de Redonda, que pertenece a Antigua y Barbuda.El dueño de la isla pidió ese título nobiliario de Rey a la Reina Victoria de Inglaterra, quien se lo concedió. Shiell abdicó en un escritor al que financiaba, John Gawsworth. Este, a su vez, vendió el título al también escritor John Wynne-Tyson quien, en los años noventa, nombró Rey al escritor español Javier Marías, quien ostenta el cargo en la actualidad. Javier Marías creó una editorial y un galardón homónimos y desarrolló la corte de Redonda, un estamento nobiliario intelectual al que pertenecen reconocidas figuras del mundo de la cultura.

El País, 8 de mayo de 2012

El escritor británico Philip Pullman, premio Reino de Redonda 

El novelista y ensayista británico Philip Pullman ha ganado el XII Premio Reino de Redonda, instituido en 2001 para distinguir anualmente la obra de un escritor o cineasta extranjero, y de lengua no española, en su conjunto, y creado por el escritor Javier Marías.

Philip Pullman, nacido en Norwich en 1946, pasa a ser ‘Duke of Cittàgazze’, nombre de un lugar por él inventado en su famosa trilogía La materia oscura, compuesta por Luces del norte, La daga y El catalejo lacado. También es autor de Contra la identidad, con prólogo de Fernando Savater.

Según informa Javier Marías en un comunicado, Philip Pullman formará parte de este culto reino imaginario por ‘su completa y brillante creación de un universo paralelo con implicaciones políticas y satíricas en la mejor tradición de la Utopía de Tomás Moro, El País de las Maravillas, de Lewis Carroll’.

Así como por, Las crónicas de Narnia, de C.S. Lewis; El señor de los anillos de Tolkien y El señor de las moscas de William Golding, ‘valiéndose de una desbordante fantasía y bajo el disfraz de literatura juvenil, llegando así a muy amplias capas de lectores’.

Este año de 2012 han participado en las votaciones del premio un prestigioso jurado formado por Pedro Almodovar, John Ashbery, Antony Beevor, William Boyd, Michel Braudeau, Pietro Citati, J M Coetzze, Agustín Díaz Yanes, Roger Dobson, Umberto Eco, Sir John Elliott, Marc Fumaroli, Pere Gimferrer, Arturo Pérez-Reverte, Francisco Rico, Fernando Savater, Mario Vargas Llosa, Luis Antonio de Villena y Juan Villoro.

El nuevo miembro de este reino imaginario ha declarado, tras conocer la noticia, que considera ‘un muy alto honor este premio’ y convertirse en ‘duque’ del Reino de Redonda.

‘El hecho de que casi todo lo relativo a este Reino sea imaginario habla mucho en su favor, sin duda alguna. Sus ‘duques’ y ‘duquesas’, sin embargo, no lo son en absoluto, sino muy reales y admirables, y me siento enormemente orgulloso de unirme a ellos’, ha explicado.

El premio está dotado con 2.000 euros aportados por la editorial Reino de Redonda, S.L., y con el título de ‘Duque redondino’.

Terra/Efe, 8 de mayo de 2012

LA ZONA FANTASMA. 6 de mayo de 2012. Tiempos ridículos

La mejor definición escueta que he leído sobre nuestra época la encontré en un modesto artículo sobre el ocaso de los neuróticos aparecido en el suplemento del New York Times que este diario incluye los jueves. No la daba el autor, sino alguien a quien éste citaba, la catedrática de Psiquiatría del Weill Cornell Medical College, Barbara Milrod, quien dictaminaba: “Vivimos tiempos ridículos, y si a uno le parece que todo tiene sentido, lo más probable es que no esté bien” (de la cabeza, se sobreentendía). Tampoco estaba mal la observación de otro experto, Peter Stearns: “Creo que algunas de las cualidades que solíamos atribuir a los neuróticos simplemente se han normalizado. Nos hemos acostumbrado tanto a que la gente tenga preocupaciones y miedos constantes que la categoría ha quedado obsoleta”. O, si entendí bien y en otras palabras: si todo el mundo está neurótico o histérico (ya sé que son cosas distintas, ahora empleo esos términos en sentido coloquial y figurado), nadie es ya percibido como lo uno ni como lo otro, del mismo modo que si todos estuvieran locos –lo cual ya no descarto–, nadie sería tenido por tal, o si acaso sólo los cuerdos, que serían los que se desviarían de la norma; o que si todo el mundo mintiera –lo cual tampoco descarto–, el vocablo “mentiroso” dejaría de tener sentido, puesto que la mentira continua sería nuestra forma natural de comunicarnos, y no ceñirse a ella una anomalía. Quien dijera la verdad sería el reprobable, el antisocial y el subversivo.

A mi parecer no estamos muy lejos de todo eso, y en lo referente a los neuróticos e histéricos, creo que en efecto han desaparecido… por la superabundancia de ellos. En nuestro país el fenómeno resulta palmario, y además, la progresiva invisibilidad de esas figuras implica también la de la iracundia y los insultos, que entre nosotros suelen acompañarlas. Estas dos últimas cosas se perciben ya poco, por ser tan habituales, o es más, por constituir nuestra principal manera de opinar y de expresarnos. Da la impresión de que los españoles tengan permanentemente cargada la escopeta de la desmesura y los improperios, a la espera de que alguien haga algo “indebido”, u opine lo que los fastidia, o meta la pata, para vaciársela en plena cara. El antiguo neurótico se caracterizaba, entre otras cosas, por dar tremenda importancia a lo que carecía de ella o tenía poca, y era alguien, por tanto, que vivía sin cesar en ascuas, atacado por cualquier incidente. Con motivo del viaje del Rey a Botsuana hemos visto proliferar a neuróticos e histéricos de esos antiguos, sólo que ahora sus reacciones pasan por normales, en consonancia con los diagnósticos de Stearns y Milrod.

Al cerciorarse de que el Rey se había ido a África a cazar elefantes, y que no era la primera vez, varias de mis colegas columnistas de este diario (si lo pongo en femenino es porque la mayoría han sido mujeres, aunque no haya faltado algún varón) se han lanzado como Erinias a exigir que el Rey se largue, o que se acabe la monarquía, o que se jubile sin más tardanza, y lo mismo han reclamado tertulianos, comentaristas, dirigentes políticos, analistas y redactores de Cartas al Director. Jamás he cazado ni me resulta agradable la gente que va de cacería, creo que podrían ahorrárselas. Aún menos simpáticos me son quienes se desplazan hasta muy lejos, y se gastan grandes sumas, por darse el gusto de abatir una pieza mayor, de las que no tenemos por estos pagos. Pero no considero que mi opinión personal deba prevalecer hasta el punto de que esas prácticas se prohíban, o de que quienes se entregan a ellas hayan de ser castigados o despedidos o expulsados. Hay muchas actividades que preferiría que no existieran, y entre ellas está la caza, pero procuro no ponerme hecho una furia porque no estén abolidas. Mucho más grave que cargarse un búfalo o un elefante (que probablemente han sido criados para safaris tan sólo, como el toro de lidia para las corridas) me parece la pena de muerte que se aplica en demasiados países, y no veo que mis soliviantadas colegas exijan que Obama dimita como Presidente de una nación en gran parte de cuyo territorio se ajusticia a seres humanos, incluidos algunos que cometieron su crimen siendo menores de edad: se aguarda a que se hagan adultos, con la mayor hipocresía, y entonces se los apiola por lo que hicieron cuando aún no lo eran.

Ante tamaña canallada del Rey (irse a pegar tiros a animales grandes), todas las demás consideraciones se han ido a paseo. De pronto, este Rey ya no nos vale, o no queremos más monarquía (no soy ni he sido nunca monárquico, pero no me haría ninguna gracia que nuestro Jefe de Estado fuera Aznar, o Aguirre, o Bono, individuos que podrían salir elegidos). Sí, el viaje del Rey resulta antipático en casi todos los sentidos. Pero es desproporcionado, propio de neuróticos o histéricos, juzgar que eso ya lo invalida, o a la institución que representa y con la que mal no nos ha ido. Para exigir un cambio así tiene que haber más motivos, más serios, más de peso, más meditados y racionales, más ponderados y argumentados. Pero aquí no hay quien no esté dispuesto a salir de cacería, en cuanto se ojea una pieza (ahora hablo metafóricamente: hoy todo debe aclararse, por lo que señalaban Stearns y Milrod), y por eso las escopetas están bien cargadas, a ver quién se pone a tiro. Sí, vivimos tiempos ridículos. Lo peor es que en España la mayoría de la gente se siente en ellos como pez en el agua.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 6 de mayo de 2012