Javier Marías ha reunido en un libro [Ni se les ocurra disparar] sus artículos de los dos últimos años, en los que siempre dice lo que piensa aunque sus opiniones levanten polvareda. Muy crítico con los políticos españoles, asegura que el próximo 20 de noviembre «se trata de elegir entre quien nos da 100 patadas o 99 y media».
«Para mucha gente ninguno de los candidatos de los dos principales partidos nos gusta; a unos les darán cien patadas y a otros, 99 y media», afirma Marías en una entrevista con Efe, con motivo de la aparición del libro Ni se les ocurra disparar (Alfaguara), que contiene los artículos publicados en El País Semanal entre el 8 de febrero de 2009 y el 6 de febrero de 2011.
Esta obra ve la luz pocos meses después de su novela Los enamoramientos, de la que se han vendido ya 120.000 ejemplares y va a ser traducida a veinte lenguas.
A este éxito, que el autor atribuye a «la suerte» que tiene con los lectores, se suma su reciente fichaje por la prestigiosa editorial inglesa Penguin para su colección Modern Classics, en la que los únicos autores en lengua española eran hasta ahora García Lorca, Borges, Neruda, Paz y García Márquez.
«El hecho de ver mis libros de pronto en esa colección en la que, cuando yo estudiaba Filología Inglesa, incluía a gente como Conrad, Faulkner, Henry James, Joyce o Virginia Woolf, es un honor, pero también me produce estupefacción, porque cualquier posible confusión de mis obras con la de estos clásicos me parece un absurdo», comenta el escritor en su casa de Madrid.
Desde hace dieciséis años Marías mantiene una cita semanal con sus lectores en esos artículos que dedica a temas que le apasionan, como la literatura, el cine y el fútbol, y a otros que le preocupan como ciudadano, entre ellos la situación política de España o «el disparate en que se han convertido las ciudades hoy día».
«Uno de los problemas más graves de Madrid y de cualquier ciudad es que el espacio que era para la vida y para el trabajo de los habitantes está usurpado y tomado por la autoridades, que en vez de mimar a las personas que aún trabajan, parece que se confabulan para que todo se ponga al servicio de la gente que está ociosa», señala.
La realidad «se repite» y a Marías no le queda más remedio que «ser pelmazo» e insistir en ciertos temas, como en sus críticas a los políticos españoles que, en su opinión, «están muy fuera de la realidad y dan la impresión de que se han olvidado de que están al servicio de la gente».
El pasado lunes vio el debate en TVE entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque «distraídamente», mientras leía el periódico. En términos generales, le pareció «bastante aburrido, con un formato demasiado rígido y sin verdadero diálogo entre los dos candidatos».
El escritor considera «extraño» que se diera como ganador al líder del Partido Popular porque él lo vio «titubeante y a ratos incluso un poquito acorralado».
Sus opiniones sobre las elecciones generales las desarrollará en el artículo que aparecerá ese domingo y del que comenta algunos aspectos con Efe:
«El esfuerzo de imaginación al que yo apelo es decir: ¿cuál de los dos posibles gobiernos nos puede sacar más de quicio, intentando recordar cómo nos sacó de quicio Aznar en su día y cómo lo ha hecho también Zapatero».
En lo que sí le da la razón al candidato del PSOE es en que «la burbuja inmobiliaria disparatada» que hay en España se debe en parte al Partido Popular y a la ley que aprobó en 1998, «cuando se dijo que todo suelo es urbanizable».
El PP, por lo que hace en las comunidades que tiene bajo su control, «da la impresión de que su tendencia es privatizar, recortar y ‘gurtulear’, porque en el caso Gurtel la mayoría de los imputados es gente relacionada con el Partido Popular», añade el autor de Corazón tan blanco, a quien Rubalcaba le parece «un hombre honrado e inteligente».
«Rajoy me parece honrado en principio, pero no puedo decir que me parezca muy inteligente», añade.
En otro de sus artículos se queja de que las autoridades culturales de España suelen tratar mal a los escritores, y algunos tan importantes como Juan Benet, García Hortelano o Gil de Biedma «no han ganado ni siquiera un Premio Nacional».
«Realmente, ¿tantas maravillas hay en la literatura española como para que nunca hayan sido merecedores de ese premio, cuando, en opinión de muchos, están entre los mejores de los últimos cuarenta años? Es raro», se pregunta el autor de Tu rostro mañana.
Marías ha merecido numerosos galardones fuera de España, pero ningún premio nacional. El novelista le resta importancia a ese hecho, aunque asegura que, «a estas alturas», tampoco aceptaría «ninguno».
ANA MENDOZA
EFE, 12 de noviembre de 2011

EFE
Javier Marías se pregunta «si los escritores no estamos de adorno en la RAE»
Académico de la Lengua desde 2008, Javier Marías considera que la última reforma de la Ortografía española ha supuesto «un retroceso», y se queja de que «los técnicos» que impulsaron la nueva edición no tuvieran en cuenta algunas de las objeciones que plantearon los escritores académicos.
«Supongo que a los escritores de la Academia, los filólogos nos deben de considerar un grupo de ignorantes, y a veces me pregunto si no estamos ahí un poco de adorno, lo cual es una sensación que no me agrada mucho», señala Marías en la entrevista que concede a Efe para hablar de su nuevo libro, Ni se les ocurra disparar.
En esta obra, editada por Alfaguara, Marías reúne los artículos publicado en El País Semanal desde febrero de 2009 a febrero de 2011.
En los dos textos finales del libro, el escritor asegura que «la lengua española es menos elegante y menos clara» después de la reforma ortográfica aprobada por las veintidós Academias de la Lengua.
Entre otras cosas, a Marías no le gusta que «los técnicos» de la Academia hayan suprimido la tilde de palabras como «guion» y «truhan», o que Qatar ahora se escriba Catar. «Es ridículo. ¿Por qué no poner entonces Cuwait?»
Esa reforma no fue bien vista por algunos académicos, entre ellos el gran lexicógrafo Manuel Seco, pero «sobre todo» fueron los escritores los que plantearon más objeciones.
Sin embargo, añade el escritor, lo que opinan los llamados «creadores a menudo es omitido, pasado por alto». «Se nos considera no sé si ignorantes, quizá meramente intuitivos o qué sé yo qué».
Este novelista cuya obra está traducida a cuarenta lenguas y publicada en 50 países comenta que algunos de los filólogos de la Academia «opinan que las cuestiones estéticas no caben en la lengua y que las cosas que se dicen da igual que las diga Cervantes o un periódico actual».
«Para mí no es así: hay palabras y hay cuestiones en las que yo creo que hay que hacerle más caso a Cervantes o a lo más cercano que tengamos a Cervantes hoy en día», asegura.
La reforma de la Ortografía, subraya, «no era necesaria». «Si a mí me viene un día un grupo de académicos y me dicen: vamos a hacer como en italiano que en un momento dado quitaron las haches, a mí y a los que nos hemos criado con la hache, me costaría mucho, pero podría entenderlo porque es una letra que no se pronuncia», afirma.
«Pero las reformas aprobadas las veo injustificadas y que no facilitan, sino que más bien confunden. Han empeorado la lengua», concluye.
ANA MENDOZA
EFE, 12 de noviembre de 2011