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José Manuel Blecua, filólogo, director de la Academia de la Lengua, nos lleva directamente al sótano de la Casa del Libro, en la Gran Vía. No necesita orientación; la orientación es la estantería, «ahí tienes la escalerita, te subes, miras, y siempre la estantería te da alguna sorpresa». Viene todas las semanas, o casi, y ahora, que ha venido para complacernos, también ve novedades filológicas que no vio en la última visita. El viernes se llevó «un libro sobre el léxico que aparece en las gramáticas del español para extranjeros en el Siglo de Oro. de Diana Esteba». Y si empezara a mirar, dice el profesor, «me lo llevaría todo». Tiene en Barcelona una librería de uso frecuente (y universal), Platón, «ahí voy todos los días, cuando estoy en Barcelona». ¿Y qué busca? «Depende. Lo que me diga Montserrat», que es la librera. Ahora acaba de leer Los enamoramientos, de Javier Marías, «fulgurante comienzo, lo he leído tres o cuatro veces; técnicamente sorprendente». Una librería, dice, es la sorpresa del que se deja sorprender. Tiene todos los garcilasos, «siempre que sale uno nuevo con notas, ahí estoy para comprarlo». ¿Una manía? «No, una manera de vivir otra vez el libro, de mirarlo con los ojos de un nuevo estudioso». ¿Internet sustituirá este espacio? «Es muy difícil que Internet sustituya lo que tiene mi Montserrat en Barcelona».
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JUAN CRUZ
El País (VSD), 22 de octubre de 2011