Más reseñas de «Los enamoramientos»

Indagar en los sentimientos

¿Qué tienen en común un eminente profesor universitario –crítico señero y fundamental, por más señas, de quien tuve el honor de ser alumno-, uno de los más preclaros escritores extremeños, más conocido, desgraciadamente, por sus (indeseadas) circunstancias vitales que por el incuestionable valor de sus escritos, y uno de los más honrados reseñistas de este suplemento, profesor también, y director de una de las aulas literarias de nuestra región? Pues un moderado, reconcentrado o abisal, según, rechazo a la obra (¿o la persona?) de Javier Marías. Eso sin salir de un ámbito reducido; bueno, pues la última entrega de este novelista volverá a cimentar esta dialéctica y volverán a aglutinarse quienes lo rechazan por un lado y quienes lo consideramos (¡vaya, ya me delaté!) uno de los valores más sólidos (el que más) de la literatura contemporánea en castellano, porque Los enamoramientos es, ni más ni menos, y de nuevo, Marías en estado puro, con su fluir narrativo pausado, continuo y sin sobresaltos que tanto serena a unos como solivianta a otros. En mi caso, ya me terminó de predisponer (lo confieso) que la portada de su edición vaya ornada por una encantadora foto de Elliot Erwitt que ya conocía como portada también de un olvidado disco de los ochenta que hizo las delicias de los melómanos de entonces. En Los enamoramientos arrancamos de un planteamiento sencillo, ¿hasta dónde se puede llegar en el amor? Para responder a esto Marías recurre a una historia con pocos protagonistas y la pone en boca de María Dolz, quien nos cuenta en primera persona la trama. La crítica se ha fijado especialmente en el hecho de que por primera vez estemos ante un personaje femenino para soportar la acción y la indagación moral que las obras de nuestro autor siempre conllevan; a mí no me parece para tanto: María habla exactamente igual que los narradores masculinos de sus novelas anteriores, por eso, desde el primer momento, la voz nos resulta archiconocida. La protagonista trabaja en una editorial, desayuna en la misma cafetería todos los días y allí se fija siempre en una pareja, Miguel Desvern (o Deverne) y Luisa, que parecen perfectos, hechos el uno para el otro. Un día dejan de venir y María se entera, después, de que el marido ha muerto asesinado en la calle. Esta muerte repentina conduce a la protagonista a establecer contacto con la viuda y, sobre todo, con un amigo de la pareja que será clave en el desarrollo de los acontecimientos. A través de la morosa indagación que la protagonista lleva a cabo, vamos descubriendo que nada es lo que parece en un principio y lo que se antojaba una muerte accidental puede ser en realidad un crimen premeditado o un extraño suicidio minuciosamente planeado. Se abre la compuerta para que entren a saco temas que son característicos de la narrativa de Javier Marías: la culpa, la imposibilidad de conocer la verdad con certeza o la traición. Las largas conversaciones que, en puridad, constituyen la trama, se sustentan literariamente en obras más o menos conocidas, Macbeth, El coronel Chabert y Los tres mosqueteros. Con un tono más cercano al ensayo que a la novela, se nos hace llegar a la conclusión de que el enamoramiento no es un estado tan maravilloso como se piensa y en su nombre se pueden cometer las mayores bestialidades. A eso unimos la preocupación ante el hecho de que la sociedad actual cada vez parece más adormecida ante la impunidad con la que se cometen crímenes y delitos. Pero no salimos del universo Marías. Como en obras anteriores una muerte provoca ese zumbido constante, ese regodeo interminable que de una acción mínima y aislada se genera para atrapar al lector y ya no soltarlo hasta el fin de unas páginas que siempre terminan por hacerse pocas.

ENRIQUE Gª FUENTES

Hoy de Extremadura, Trazos, 28 de junio de 2011

Pensamiento novelado

Cuenta Pilar Reyes, directora de la editorial Alfaguara, que la primera vez que Javier Marías habló de su última obra fue en noviembre de 2009. Entonces, la describió como “una novela pesimista” y el único dato que adelantó fue que por primera vez en sus cuarenta años de carrera literaria estaba narrada por una mujer. Ahora, tras su lanzamiento a principios de abril, ya sabemos más sobre Los enamoramientos, su undécima o decimotercera novela, dependiendo si se considera una sola o no los tres volúmenes que conforman Tu rostro mañana.

Lo primero que sabemos es que la narración corre a cargo de María Dolz, la protagonista, cuya vida va a cambiar a raíz de la muerte de un hombre al que no conoce pero con el que suele coincidir en una cafetería a la hora del desayuno. Su asesinato, a manos de un desequilibrado “gorrilla”, le acercará a su viuda, Luisa Alday, y a su mejor amigo, Javier Díaz-Varela. Desde su quinta novela, El hombre sentimental, Marías ha recurrido siempre a la primera persona para narrar sus historias. En esta ocasión vuelve a hacerlo, pero con la diferencia de que se decanta por una voz femenina para articular el relato. El autor ha explicado que lo ha hecho por necesidad, porque la historia no hubiera sido creíble teniendo un hombre como protagonista, pero que en el fondo hace básicamente lo mismo que sus predecesores masculinos en el cargo: “Observar, contar y reflexionar”.

Y es que, aunque una sinopsis más detallada puede llevar a pensar que estamos ante un thriller, Marías no está interesado en escribir una novela de género. Así, desde las primeras páginas, adelanta mucho de lo que ha sucedido, para centrarse en los que temas que verdaderamente le interesan: “El secreto, las ventajas de callar, la traición, la envidia, la maldad, el azar, la dificultad de conocer la verdad, la impunidad…”. Y uno que sobrevuela sobre todos ellos: la paradoja que se produce al descubrir que la muerte de un ser querido que nos destrozó puede ser incluso una tragedia mayor (“una desdicha absoluta”) si se revela años después que no se produjo. Como fondo de esa reflexión, Marías recurre a la novela El coronel Chabert, de Balzac, que cuenta la historia de un coronel napoleónico que fue dado por muerto y que reaparece años después ante su mujer, casada de nuevo al creerse viuda.

Todos esos temas conforman el barniz pesimista al que se refería el autor, pero también se debe subrayar que hay ciertos resquicio para la ironía, como cuando tira piedras contra su propio tejado al detallar lo maniáticos que pueden llegar a ser los escritores (uno pedirá dos gramos de coca a la protagonista, que a la sazón trabaja en una editorial, porque “esa noche los va a necesitar el libro” que está escribiendo) o al incluir un personaje real y tan pintoresco (o así lo describe) como el profesor Francisco Rico junto a otros de ficción. Además, también hay espacio para que los lectores que siguen su columna semanal escuchen de forma indirecta la voz del autor, por ejemplo, cuando califica a la ciudad de Madrid de negligente o compara al presidente francés con Louis de Funès.

En definitiva, Marías celebra sus 40 años de vida literaria con una novela marca de la casa, en la que las digresiones y reflexiones (incluso llegamos a escuchar las supuestas meditaciones del asesinado) trasladan a un segundo plano una trama quizás no muy original pero ciertamente entretenida. Aunque es difícil que iguale en alabanzas a las cosechadas por su trilogía anterior, la gran baza de Los enamoramientos es que resulta más accesible, y no porque sea simple, sino por la genialidad de Marías a la hora de poner sobre el papel lo que él denomina “pensamiento literario”, esa manera tan suya de pensar literariamente sobre cualquier cosa. Seguro que muchos lectores que se vieron superados por su personal Negra espalda del tiempo o por la descomunal Tu rostro mañana disfrutarán reencontrándose con esa prosa tan genuina.

C. ALMOROX

Diario de Avisos, DTrulenque (Tenerife), 3 de junio de 2011

Los enamoramientos

Después del extraordinario tour de force que fue la novela en tres volúmenes Tu rostro mañana, Javier Marías regresa con una novela en la que cambian cosas (la protagonista, y cuesta hacerse a ello, es una mujer) y otras, las esenciales (la traición, la delación, la responsabilidad de lo que se hace y dice), se mantienen. Como acostumbra Marías, Los enamoramientos, que arranca con el conocimiento del asesinato de un hombre conocido de vista por la protagonista, editora, es una obra en la que apenas se pueden contar cinco o seis escenas, el grueso de la “trama” sigue siendo digresiva, intelectual, pensada –en esta novela, de manera muy notable, pensada sobre los pensamientos, propios o ajenos-. Esto, como saben los lectores de Marías, no resta un ápice de intriga o avidez a la lectura, de nuevo incomparable.

J. L.

Rolling Stone, 1 de mayo de 2011

Enamoramientos

Los enamoramientos es el título de la última obra de Javier Marías. Un libro en el que el autor se adentra, más que en novelar una historia, en las reflexiones que esa historia pro­voca en sus protagonistas. La visión femenina es la que, por primera vez, utiliza Marías como narradora, una voz que está presente en cada una de las líneas de esta novela que, si bien está marcada por escasos per­sonajes, la profundidad de lo que en ella se describe la hace ser una gran obra. Los enamoramientos y las au­sencias son los dos ejes conducto­res de un libro en el que, además, se profundiza en las consecuencias que ambas cuestiones tienen sobre la vida de los protagonistas. Ena­moramientos de todo tipo, los abso­lutos y correspondidos, los absolu­tos y no correspondidos, la aceptación de esa no correspon­dencia como algo natural o la nega­ción del rechazo y la espera paciente. Lo que narra Marías, en tono casi de novela negra, es en defini­tiva la visión de las pasiones que el amor desarrolla a su alrededor. El primer párrafo es, como lo es en todo buen libro, de los que te hace querer saber más: “La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su  mujer,  y yo era en cam­bio una desconocida…”. Esta idea inicial lleva a los lectores a conocer, a través de los ojos de la protagonista, la vida de los Desvern o De­verne y a su vez a conocer la propia vida de la narradora a través de la historia de los Desvern o Deverne .

Javier Marías ha explicadoque llegó incluso a pensar que esta novela no era publicable, que quedaría guardada en un cajón. Afortunadamente, no ha sido así y ha permitido que los lectores, a través de una prosa exquisita, nos paremos a reflexio­nar sobre lo que el enamoramiento provoca en nuestras vidas, las cosas que aceptamos como normales cuando no lo son, los límites que re­basamos continuamente porque el enamoramiento no sabe de límites.

NATALIA TORRES

Diario de Avisos, DTrulenque (Tenerife), 27 de mayo de 2011