Javier Marías y Bernardo Atxaga comparten la pasión por la escritura y también el año de nacimiento, 1951. Por aquel entonces, la editorial Itxaropena ya había publicado varios cientos de libros en una época no tan propicia para ello. Ayer, los tres coincidieron en Bilbao para recibir en la Noche de la Edición el premio Hotel Carlton Argital, que reconoce sus trayectorias. Es la cuarta ocasión en que se concede el galardón.
Decenas de personas del mundo de la cultura vasca, como los escritores Juan Bas o Toti Martínez de Lezea; la directora del Instituto Etxepare, Aizpea Goenaga, y una nutrida representación política, encabezada por el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, y su edil de Cultura, Ibone Bengoetxea, asistieron a la ceremonia de entrega de unos premios que reconocen anualmente la labor de una editorial, y de dos escritores, uno en castellano y otro en euskera.
Marías, quien acaba de publicar su nueva novela Los enamoramientos (Alfaguara), segundo libro más vendido en la Feria de Sant Jordi de este año, ensalzó en su discurso el papel de la ficción frente a la realidad. Aseguró que no valoró a los editores, que ayer lo premiaron, tanto como lo hace desde que él mismo se convirtió en uno de ellos, poniendo en marcha su sello Reino de Redonda, que publica dos libros cada año.
El escritor y colaborador de EL PAÍS destacó el trabajo que realizan los editores a la hora de «devolver a la vida» a decenas de autores a los que «podemos oír». Una labor, por otra parte, no exenta de dificultad, como ha comprobado: corregir, escribir la contraportada, decidir el título… «Es un esfuerzo inmenso», recalcó el autor de Corazón tan blanco, quien lamentó también que algunas personas «traten de tener cultura gratis», en alusión al debate sobre la creación artística e Internet, y tilden a los autores de «privilegiados».
Atxaga, quien recordó que comenzó su carrera como escritor en Bilbao y homenajeó al artista, recientemente fallecido, Juan Carlos Eguillor, apuntó que todos los escritores sueñan con un paraíso sin determinaciones, en que puedan escribir libremente. Sin embargo, este anhelo resulta imposible y, a la vez, recalcó, sería malo. Y es que, como una paloma que necesita aire para volar, «tal vez necesitemos ciertas resistencias para escribir». Los premios, aseveró, contribuyen a que estos frenos pesen menos.
La editorial Itxaropena ha sido reconocida por su notable aportación al desarrollo de la cultura vasca. Creada en 1932, fue una de las primeras editoriales en publicar textos en euskera. Peio Unzurrunzaga, familiar del fundador de la firma, Patxi Unzurrunzaga, recogió el premio, una escultura creada por Ramón Zumalabe. «Si perdemos la cultura, perdemos el sentido y, por tanto, perdemos la identidad», aseguró tras recibir el galardón.
El trikitilari Kepa Junkera y la poeta Miren Agur Meabe actuaron en el acto con su música y una lectura.
KERMAN ROMEO
El País, 6 de mayo de 2011
Ilustre proclama literaria en Bilbao
Atxaga, Marías y Unzurrunzaga reciben los Carlton-Argital sin olvidar la difícil situación del sector
Para los escépticos, los premios no son más que actos políticos; desde el punto de vista de quien los organiza son una excusa para reforzar los lazos dentro de determinado gremio; y solo a los ojos de los más cándidos son el fiel reflejo del trabajo bien realizado.
Ayer se celebró, por cuarto año consecutivo, la Noche de la Edición de Euskadi: un evento en el que se conceden unos galardones, los Carlton-Argital Sariak, «a todo un recorrido profesional de escritores y editores», tal y como explicó Asier Muniategi, presidente de la Asociación de Editores Vascos y promotor de este acto. Y de la misma manera que, a lo largo de las dos horas que duró la gala, se comprobó la sólida unión que existe dentro del gremio de las letras, pudieron reafirmarse en sus convicciones tanto los escépticos como los organizadores y los inocentes. Los primeros no tuvieron más que escuchar cada uno de los discursos leídos por quienes se acercaron al micrófono; desde las primeras palabras de Félix Linares -presentador del acto, junto con Terese Mendiguren-, hasta las frases de agradecimiento y clara reivindicación -sin perder ni un ápice de su poesía- de los premiados Atxaga, Marías y Unzurrunzaga (éste último como representante de la saga de editores que ha forjado la historia de la sufrida editorial zarauztarra Itxaropena).
Quienes mantienen la fe en los premios, como verificación última de la excelencia, solo ratificaron el acierto de su postura: ¿quien podría representar mejor la grandeza de la literatura que Javier Marías -probablemente el escritor vivo en lengua castellana más leído en la actualidad y «uno de los más respetados», en palabras de Mendiguren- o Bernardo Atxaga -hasta la fecha, el único literato euskaldun que ha conseguido colocar el euskera, exactamente, a la misma altura que el inglés, el francés, el castellano y el alemán-.
Por último, la organización de esta cuarta noche confirmó la fuerza de un gremio, el de la tinta -líquida o digital-, que supo disfrutar de una amena velada, sin obviar los escollos del día a día de un sector «rico y estratégico», como lo describió, al final del acto, Pepe Moyano, presidente de la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza. Y no fue Moyano el único delegado llegado desde fuera de Euskal Herria. Decenas de editores, miembros de cámaras de libros y gremios de editores quisieron acercarse ayer a la villa para aplaudir el trabajo hasta ahora realizado por Atxaga, Marías y la editorial Itxaropena y, también, para proclamar la tan necesaria unión entre editores, escritores y el resto de trabajadores del sector del libro.
ANDER EGILUZ BERAMENDI
Deia, 6 de mayo de 2011